Inspirado en su propio hermano, un "frustrado jugador de Call of Duty", un diseñador llamado Sam Matson creó unos audífonos que además incorporan una serie de sensores que permiten determinar qué tan compliado está un jugador con respecto a la partida que está jugando.
Para probarlo, su desarrollador hizo un juego en el motor Unity, que puede procesar la información enviada por los audífonos, principalmente la medición de su pulso cardiaco. Los datos, que son enviados a través de Bluetooth, hacen que el juego cambie sus nivels de dificultad en relación al jugador. Podría decirse que es una versión más avanzada del IA Director de la serie Left 4 Dead, que mide la habilidad del jugador para ir modificando aspectos del juego, entre ellos su dificultad.
Sin embargo, los efectos no son los más intuitivos, Immersion, como se llaman los audífonos, aumenta la dificultad según más frustrado está el jugador, un efecto sicológico con el que pretende que el jugador logre controlar sus propias emociones.
Con el tiempo, la idea es que este sensor sirva además para otras funciones, sumándose a la tendencia de integrar sensores para tantas actividades, entre las que se incluyen el ejercicio, la comida e incluso la actividad de escuchar música. Su creador espera que sirva para entregarle información a sistemas de realidad virtual, como el Oculus Rift, para ofrecer experiencias de entretenimiento más interesantes.
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