Sin dispositivos no se puede usar LTE

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El director para A. Latina y el Caribe de 4G Americas nos advierte que el precio de los smartphones y la variedad de modelos disponibles para las nuevas redes son dos aspectos que no pueden ser subestimados.

El crecimiento de una nueva tecnología depende en gran parte de la disponibilidad de dispositivos a precios razonables que permitan a los operadores incrementar de forma rápida el número de usuarios que la adopta. La ecuación es sencilla: no importa el tamaño en cobertura geográfica de la nueva red; si no hay terminales disponibles con la capacidad de conectarse a la misma, su impacto es mínimo. 

Quizás el mejor ejemplo reciente sobre cómo la falta de dispositivos incidió en el fracaso de una nueva tecnología lo encontramos en los desarrollos de WiMAX de hace poco más de diez años. En los años de mayor impacto de WiMAX en la región (2004 – 2008) la tecnología se posicionaba como la solución a todos los problemas de conectividad rural de América Latina. 

Las inversiones y expectativas que hubo para WiMAX fueron tan fuertes en la región, que parecía que el operador que no tuviese una estrategia de crecimiento complementada con esta tecnología tendría grandes problemas en el futuro. 

El precio de los dispositivos y la variedad de los modelos disponibles son dos aspectos que no pueden ser subestimados. Si los dispositivos tienen un alto precio, el mercado potencial dentro de la base de subscriptores del operador será pequeño. 

No obstante, paulatinamente el entusiasmo por la tecnología fue mermando en la región y, de forma silenciosa, muchas de las redes desplegadas fueron desmanteladas. Hubo varios obstáculos que contribuyeron al fracaso de esta tecnología, que van desde las altas frecuencias de espectro radioeléctrico utilizadas (mayormente 3,5 GHz en América Latina) hasta las demoras en interoperabilidad de equipos producidos por distintos fabricantes.

Además de estos dos factores, la explicación más recurrente de los distintos operadores que apostaron por esta tecnología era la falta de dispositivos. Esta afirmación inmediatamente iba acompañada de otro problema: los pocos terminales disponibles eran costosos. Su realidad se limitaba a esperar demasiado por el reabastecimiento de dispositivos, que muchas veces resultaban más caros que las alternativas utilizadas por los otros proveedores de banda ancha del mercado. 

El precio de los dispositivos y la variedad de los modelos disponibles son dos aspectos que no pueden ser subestimados. Si los dispositivos tienen un alto precio, el mercado potencial dentro de la base de subscriptores del operador será pequeño. 

La evolución natural de las tecnologías inalámbricas hace que mientras pasen los años la cantidad de modelos de dispositivos disponibles se incremente. Asimismo, el precio de los dispositivos desciende según nuevos modelos aparecen y se incrementa la adopción de la tecnología en segmentos de la población de menor poder adquisitivo. 

Esta dinámica de mejores economías de escala para dispositivos es la que favoreció a la adopción de tecnologías como GSM y UMTS en América Latina. Estas llegaron a la región más de cinco años luego de sus primeros lanzamientos comerciales en el mundo.  

La llegada de LTE en 2011 a América Latina, dos años más tarde que su primer lanzamiento global, trajo consigo varios obstáculos que desaceleraron su adopción por el mercado masivo. Uno de estos frenos fue la disponibilidad de dispositivos, principalmente teléfonos móviles que pudieran funcionar con esta tecnología.  

La evolución natural de las tecnologías inalámbricas hace que mientras pasen los años la cantidad de modelos de dispositivos disponibles se incremente. Asimismo, el precio de los dispositivos desciende según nuevos modelos aparecen y se incrementa la adopción de la tecnología en segmentos de la población de menor poder adquisitivo. 

Las redes LTE comenzaron a proliferar en América Latina cuando aún la tecnología no contaba con economías de escala suficientes o una gran variedad de terminales baratos que permitiese su rápida masificación. Por otro lado, la fragmentación en el uso de diferentes frecuencias de espectro radioeléctrico supuso una oferta asimétrica de dispositivos para distintos mercados. 

Antes esta realidad, la lógica dicta que los gobiernos de la región adopten medidas que sirvan para acelerar la adopción de LTE, para de esta forma mejorar la experiencia de conectarse a Internet de los usuarios. La realidad es completamente distinta, pues priman medidas para incrementar impuestos a la importación de terminales, a veces complementadas con iniciativas de sustitución de importaciones que en varios mercados han probado ser ineficientes. 

Sin embargo, la buena noticia para LTE es que la disponibilidad de teléfonos tiene un panorama sumamente positivo para los próximos años. Cifras de IDC muestran que el precio promedio de un Smartphone en América Latina entre el 1T 2013 y el 4T 2014 se había reducido en US$ 100, cifra no despreciable en los mercados de la región. 

La consultora Gartner, por su parte, pronostica que cerca de una cuarta parte de todos los smartphones que se vendan en América Latina durante 2015 funcionarán en redes LTE, cifra que aumentará a más de una tercera parte de todos los Smartphones en los próximos tres años. 

Si se tiene en consideración que en la mayoría de los mercados de la región, los smartphones constituyen más del 80% de las ventas de teléfonos, y que en América Latina anualmente se venden entre 225 millones a 275 millones de nuevos dispositivos, el potencial de tener una base importante de usuarios con teléfonos que funcionen con LTE no está muy lejos. 

Las redes LTE en los próximos 24 meses expandirán su cobertura geográfica de forma acelerada, especialmente en mercados como Argentina, Chile y Panamá. La evolución tecnológica en conjunto con las economías de escala y las preferencias de los usuarios garantizan la existencia de una demanda por Smartphones LTE. 

Solo queda que distintos entes de regulación, en lugar de limitarse a declarar la importancia de la banda ancha en discursos, tomen medidas para impulsar y acelerar la adopción de tecnologías como LTE en sus jurisdicciones. 

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