La ansiedad a la hora de medir resultados, el miedo a la posibilidad de equivocarse y políticas públicas aún pendientes que incentiven la innovación son aspectos que vale la pena considerar en este análisis.

* Por Fabián Bosquiazzo, Country Manager Softtek Chile

El camino hacia la transformación tecnológica obliga a las empresas a transitar la dinámica de aprender de sus fracasos, y volver a intentarlo.

La ansiedad a la hora de medir resultados, el miedo a la posibilidad de equivocarse y políticas públicas aún pendientes que incentiven la innovación son tres factores que demoran el desarrollo de ésta en Latinoamérica. A pesar de ser un mercado con alta tendencia a la adopción de tecnologías emergentes, los indicadores demuestran que la región es más consumidora de software y aplicaciones que generadora de estas.

Mientras las empresas reconocen que abordar un proceso de transformación digital es un paso importante para instalarse en el futuro de los negocios, en la región se percibe una baja tolerancia al fracaso. Pocas son las empresas que están dispuestas a destinar fondos a aquello que no de rápidos y positivos retornos. Pero sucede que abordar procesos innovadores requiere equivocarse. Lejos de lo que podría pensarse, en este sentido, cuanto antes uno se equivoque mejor.

Debido a un contexto región (infraestructura, cultura, financiamiento) que aún no se ha desarrollado lo suficiente para promover la innovación, muchas veces, quien se ve inmerso en un proceso de desarrollo tecnológico lo hace con expectativas altas con respecto a los retornos y desea obtenerlos en el menor tiempo posible. Sin embargo, estas acciones son de investigación, requieren seguir pasos, volver sobre éstos y probar nuevas alternativas para conseguir los mejores resultados.

Estos son procesos nuevos en las empresas y requerirá tiempo en adaptarse a las necesidades que plantea el mercado. En este sentido, se emparenta con los caminos que recorren los emprendedores: ellos también tienen necesidad de ser exitosos, demostrar que lo son y conseguir financiamiento que no son fáciles de obtener en comparación a otros países.

Este contexto se hace visible al analizar el último Índice de Innovación de Bloomberg, en el que no figura ningún país de América Latina entre los 50 más innovadores. El ranking analiza diferentes aspectos relacionados con la innovación por país, como ser: la inversión en I+D, la presencia de empresas públicas relacionadas con la alta tecnología y hasta el número de graduados en ciencias e ingeniería.

Sin embargo, el talento abunda en la región, y es preciso propulsar ambientes colaborativos en los que se fomente la creatividad y se acompañe los procesos a través de formatos de mentoreo de líderes y a los cuales tanto los actores públicos y privados impulsen con inversiones.   

Por otra parte, en este proceso de aprender de las equivocaciones, los Laboratorios de Innovación funcionan como un servicio que abre un nuevo camino para acompañar a las empresas en su transformación digital, entendiendo la necesidad de minimizar riesgos y evaluar soluciones tecnológicas que puedan mostrar rápidamente valor al negocio.