Las inversiones en infraestructura ligadas a las smart cities alcanzaron los US$ 80.000 millones para 2016 y se espera que lleguen a los US$ 135.000 millones para 2021, según un estudio de IDC.
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Según Naciones Unidas, para 2050 el mundo albergará 2.500 millones más de personas, de las cuales 2 mil millones vivirán en ciudades, llevando la tasa de urbanización del 50% al 70% para dentro de treinta años. Los recursos serán más escasos, ya que el consumo de energía habrá aumentado en un 36% entre 2008 y 2035.
En este contexto, la tecnología y la digitalización pueden aportar soluciones a los grandes desafíos y problemáticas que enfrenta el entorno urbano, incluido el acelerado crecimiento de la población, el cambio climático y sus consecuencias en la gestión del acceso al agua potable, la escasez de viviendas, el aumento de la contaminación y de los niveles de tráfico, entre otros.
Estos factores cambiantes en la demografía global y los hábitos han tenido un impacto en los países desarrollados. De hecho, de acuerdo a McKinsey, para el 2025 las principales 600 ciudades líderes del mundo generarán más del 60% del crecimiento global, estimulando el desarrollo económico, las oportunidades de empleo e inversión.
“En el caso de América Latina, la senda del avance dependerá en gran medida de cómo los países gestionan todos los recursos de sus ciudades e incorporan tecnología para ser más eficientes en el corto plazo”, comenta Max Carvalho, director de soluciones para América Latina de Orange Business Services.
Para entender la adopción de la tecnología y su potencial, las inversiones en infraestructura ligadas a las smart cities alcanzaron los US$ 80.000 millones para 2016 y se espera que alcancen los US$ 135.000 millones para 2021, como indica un estudio de IDC.
Infraestructura urbana: el habilitador de la ciudad inteligente
Los proyectos de este tipo responden a cuestiones como el envejecimiento de los recursos heredados, los sistemas en silos y el desarrollo de nuevas áreas y servicios, al mismo tiempo que se abordan las vulnerabilidades críticas de seguridad. Se requieren soluciones tecnológicas adecuadas para permitir la transformación del entorno y generar más operaciones eficientes y atractivas que mejoren la calidad de vida de las personas.
“Las ciudades inteligentes se basan en infraestructura tecnológica, incluido el cableado de fibra y redes inalámbricas que transportan datos, sensores que crean elementos característicos como postes de luz, cestos de basura, semáforos y señalización conectados; con servidores de back-office y analíticas que procesan información. Estos deben ser agregados y consolidados para ser utilizados correctamente y crear una ciudad y servicios eficientes. La meta siempre debe ser la interoperabilidad total de datos, aplicaciones y tecnología”, agrega Carvalho.
El papel vital de los integradores de sistemas (MSI)
De acuerdo con la compañía, trabajar con un integrador de sistemas maestro o MSI puede dar a las ciudades el apoyo que necesitan para entender qué soluciones personalizadas responderán mejor a las particularidades de cada lugar.
Los MSI apuestan a asegurar que todos los sistemas y proveedores se comuniquen correctamente y colaboren con las partes interesadas para garantizar que la información sea accesible y utilizable. También desarrollan capas de software para gestionar la integración a varias escalas, incluyendo edificio, distrito y territorio.
“Esta plataforma es sin duda un socio estratégico clave a disposición de los proveedores de tecnología y fabricantes, empresas de ingeniería civil, inmobiliarias y encargados de infraestructura urbana, que permite implementar soluciones inteligentes de extremo a extremo que se adaptan a cualquier tipo de sitio”, sostiene el ejecutivo.
Conectando la ciudad: la cuestión de las redes
Con tantos objetos y dispositivos diferentes que comprenden sistemas inteligentes dentro de la ciudad, conseguir la conectividad correcta es primordial. ¿Qué redes se deberían desplegar para potenciar todos los nuevos servicios?
Para empezar, es importante comprender que no existe una opción única para todos. Además, las redes correctas varían de un país a otro. Un edificio de oficinas requerirá una conectividad diferente que un sitio industrial o a los sensores de IoT en el mobiliario urbano.
En la práctica, las ciudades inteligentes serán una combinación bien planificada de redes que incluyen fibra, LoRaTM, Wi-Fi, Bluetooth, Zigbee y el 5G que proporcionarán la infraestructura de red de próxima generación que impulsa el IoT y admite todo tipo de otros casos de uso.
Para dar el control requerido y gestión centralizada de los recursos de la red, también es aconsejable un enfoque definido por software.
Algo innovador es que se pueden usar "gemelos digitales" que modelan ciudades inteligentes para establecer qué red funciona mejor para cada caso. Esto significa crear una representación digital de un sistema, proceso o lugar que replica su comportamiento en el mundo real, proporcionando una recopilación de datos, modelos y algoritmos para un mejor análisis de activos en tiempo real, así como la posibilidad de realizar simulaciones de escenarios potenciales. Esto puede resultar útil por ejemplo cuando una ciudad desea observar el impacto de realizar un evento deportivo o cultural: sobre el tráfico, el flujo de movimiento de personas, el uso de energía y más.
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