Inteligencia artificial: la apuesta de los países latinoamericanos para regular y fomentar su uso

Diversos países vienen trabajando estrategias para aprovechar esta herramienta tecnológica que a todas luces genera grandes beneficios para el sector público y privado, pero también varios debates éticos sobre su utilización.

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Tras los primeros meses de la pandemia, muchos gobiernos decretaron prolongadas cuarentenas que fueron acompañadas de subsidios para las poblaciones más vulnerables e impactadas por el confinamiento, ante la imposibilidad de salir a trabajar.

Colombia no fue la excepción y emprendió el programa Ingreso Solidario, que implica la entrega de un bono de 480.000 pesos colombianos (US$ 130 aproximadamente) y que a la fecha ha beneficiado a más de tres millones de colombianos. Para ello, el gobierno utilizó la inteligencia artificial (IA) para cruzar gran cantidad de información de las bases de datos del último censo de población, de las empresas de telecomunicación y del Sistema de Identificación de Potenciales Beneficiarios de Programas Sociales (Sisben), logrando identificar con mayor precisión qué ciudadanos eran los que más necesitaban este subsidio.

“El uso de la IA ha sido clave para el análisis de información y desarrollar programas de subsidios en Colombia. Hoy, el programa Ingreso Solidario ha funcionado apalancado por esta tecnología que ha permitido determinar a dónde y a qué parte de la población deben ir estos subsidios. El país lo logró utilizando la IA para mejorar las capacidades técnicas”, dice Armando Guio, consultor de la CAF (Banco de Desarrollo de América Latina).

Y es que ya en noviembre de 2019, Colombia aprobó la Política Nacional para la Transformación Digital e Inteligencia Artificial para promover el uso estratégico de tecnologías digitales en el sector público y también en el privado. Esta estrategia –que aún se encuentra en proceso de implementación– fue una valiosa herramienta para gestionar la pandemia y sirvió como hoja de ruta para muchas actividades económicas que vieron una acelerada adopción de la IA en esta nueva normalidad, marcada por la baja presencialidad en muchas actividades y la automatización de tareas repetitivas.

Los avances por país

“Las estrategias de los Estados para implementar IA en sus instituciones hará que los servicios al ciudadano mejoren significativamente. Hay muchos casos de uso que se pueden aplicar para mejorar la gestión pública, desde modelos de machine learning para identificar patrones de comportamiento, el uso de IA en cámaras para alertar de actos en contra de la seguridad, asistentes virtuales para guiar a los ciudadanos en sus interacciones con los organismos del Estado, entre otros”, dice Alain-Paul Michaud, socio de Consultoría de EY Perú.

Según Armando Guio, quien lideró el diseño e implementación de la Estrategia de IA de Colombia, el gobierno de Iván Duque priorizó esta tecnología y la construcción de una estrategia enfocada en tener una política transversal que impacte a distintos sectores.

“Vimos algunos ejemplos en la región como México, que cuenta más con una hoja de ruta que con una estrategia de IA, y ha sido ha sido desarrollada en un marco de la cooperación con Inglaterra. Uruguay, por su lado, ha desarrollado una política, pero muy orientada al uso IA en la prestación de los servicios en el sector público”, dice Guio. 

“Colombia quería superar esto en el sentido de que la IA no iba a estar limitada a un solo sector. Había preocupaciones éticas sobre su uso de cara al  futuro del mercado laboral, sobre el uso de los datos, el desarrollo del talento nuevo y necesario para muchos de estos trabajos que se van a generar a partir de esta herramienta tecnológica. Ahí surge la necesidad de hacer una política transversal porque claramente esto no era solo un esfuerzo del Estado, sino que involucraba a los privados, a la academia, a la ciencia, a la sociedad civil y a muchos otros grupos”, añade el especialista colombiano.

El uso extensivo de IA, tanto en el sector público como privado, ha impulsado a que muchos países, que aún no cuentan con políticas o estrategias propias, pisen el acelerador para maximizar los beneficios de esta tecnología. Chile, por ejemplo, ya está desarrollando su Política Nacional de Inteligencia Artificial, que comprende tanto la ética del uso de esta tecnología, como su potencial económico, adopción y aplicación a nivel industrial. Este proceso se inició en agosto de 2019 e incluyó un proceso de participación ciudadana respecto a sus implicancias.

En tanto, a inicios de esta semana, Perú, a través de la Secretaría de Gobierno Digital, que está adscrita a la Presidencia del Consejo de Ministros (PCM), anunció que diseñará la Estrategia Nacional de Inteligencia Artificial con un enfoque inclusivo y sostenible en favor de la ciudadanía. Se prevé que su diseño esté listo en junio próximo.

“La IA ha venido avanzando antes de la pandemia y su uso se aceleró tras esta. El que Perú no tenga una estrategia o que no haya iniciado una sería un error. Por ello, hemos acelerado este tema luego de analizar el contexto externo sobre el avance de las estrategias de IA en el mundo. También hicimos un análisis interno de cómo hemos avanzado en el sector público y privado y cómo se están abordando diversas iniciativas de IA en industrias como la minería y la agroindustria”, detalla Marushka Chocobar, secretaria de Gobierno Digital de la PCM de Perú.

Para Walter Rudolph, Data Science Lead de Teamcore, empresa que incorpora herramientas de IA y machine learning para mejorar la gestión del retail, es fundamental que cada país cuente con una estrategia de este tipo porque esta tecnología va a estar cada vez más inmersa en los negocios o en las políticas públicas. “De hecho, ya están abarcando una gran cantidad de procesos de muchos negocios, sobre todo en los más grandes y más desarrollados y conllevará a movimientos en el mercado laboral. Por lo tanto, el que un país cuente con una estrategia va a garantizar la calidad de vida de los trabajadores, incrementando así también el desarrollo de las empresas y las tecnologías”, comenta

Y es que el uso de la IA abre muchas interrogantes. Por ejemplo, cómo saber a ciencia cierta si las decisiones o respuestas que da un chatbot o un software son correctas o quiénes son los responsables del diseño de estas herramientas tecnológicas. Estos son solo algunos de los cuestionamientos a los que los gobiernos, empresas y sociedad se están enfrentando ante el acelerado uso de la IA, especialmente durante el último año tras la pandemia.

 

En ese sentido, de acuerdo con el Índice de Preparación Gubernamental para la IA 2020, elaborado por Oxford Insights y el Instituto de Cooperación y Desarrollo de Canadá (IDRC, por sus siglas en inglés), los países de América Latina y el Caribe enfrentan un panorama complejo en términos de adopción de tecnologías de IA, a pesar de que varias empresas medianas y grandes y gobiernos podrían aprovechar el uso de técnicas de IA, por la forma en cómo  está integrada en la maquinaria empresarial y gubernamental plantea varias cuestiones en términos de inclusión, impacto y eficiencia.

Este reporte sitúa a Uruguay como el país con el índice más alto de la región, seguido de Chile, que aunque tiene un fuerte sector de TI orientado a la exportación, ha tardado más en promulgar políticas y estrategias de datos integrales. Colombia, Argentina y México son los países que siguen este índice y que cuentan con un grupo de empresas digitales líderes que podrían tomar ventaja de la revolución de la IA, pero varias regulaciones y desafíos de capacidad se interponen en el camino.

“Los países americanos se encuentran entre los más desiguales en el mundo, con poca capacidad para regular estos desarrollos. Por ejemplo, la inclusión de la toma de decisiones automática en los pagos de asistencia social podría llevar a excluir a miles de personas necesitadas. Al mismo tiempo, con una larga historia de corrupción y desafíos de gobernanza, las técnicas de IA se utilizan para detectar patrones irregulares en la contratación pública, presupuestos y obras públicas”, refiere el documento.

El auge de las máquinas: robots versus personas

La automatización de muchas actividades en las empresas supone algunos temores para el mercado laboral. El Foro Económico Mundial (WEF), en su informe Future of Jobs 2018 advertía que en ese año ya el 29% de las tareas laborales eran realizadas por una máquina y debido a los avances tecnológicos, en 2025 esta cifra significaría la pérdida de 75 millones de empleos. No obstante, también proyectaba que el uso de estas tecnologías generarían más de 133 millones de nuevos roles de trabajo.

En esa línea, Marushka Chocobar señala que si los países no están preparados para maximizar los beneficios de la tecnología, una eventual y masiva pérdida de empleos sí va a generar un impacto negativo, sumado ya a la crisis económica que vive el mundo.

“En el caso de Perú, con esta estrategia buscamos acelerar el uso y adopción de la IA en los sectores productivos para aprovecharla en favor de las personas. El WEF también señala que se van a generar millones de puestos nuevos de trabajo y esta política marca una ruta para lograrlo. Urge reinventar muchas posiciones para dejar más espacio a la creatividad del ser humano en lugar de hacer tareas repetitivas y así generar riqueza de otra manera”, dice.

Para Armando Guio, el temor de que la IA quite el trabajo a las personas no tiene asidero. “En primer lugar, hay que desmitificar qué es la IA y qué no es para tener puntos claros sobre cómo funciona. Hay muchas creencias y ciencia ficción alrededor del tema y es uno de los principales puntos a abordar. En segundo lugar, si es que efectivamente va haber un impacto en el trabajo, se van a requerir nuevos talentos y competencias. Desde una postura ética, lo que debe hacer un Estado es responder a eso brindando las oportunidades para que la gente se prepare y enfrente estos cambios tecnológicos. Claramente, mucha de la fuerza laboral de nuestros países va a requerir reentrenamiento para generar nuevas capacidades”, dice

De otro lado, el uso de la IA en las empresas y entidades públicas requiere de un cambio cultural y reducir la asimetría de información sobre cómo funciona esta herramienta. “La estrategia en Colombia es que todos los cambios y estrategias que se generen estén basados en los hechos. Si mañana creamos algún tipo de protección para la masa laboral que pueda verse afectada es porque realmente hay evidencia de que hay una afectación, no porque creamos que va a pasar, no podemos ser intuitivos. Si se implementan protecciones al trabajo muy costosas se pueden generar dificultades en la formalidad laboral, sobre todo en estos países donde ya es alta. Sin embargo, hay países que pueden salir muy beneficiados con la IA e incluso aumentar sus trabajos”, explica Guio, de la CAF. 

Para el chileno Walter Rudolph, de Teamcore, el enfoque ético del uso de la IA se torna crítico, sobre todo en un mundo donde su uso ya genera una ventaja sustancial considerando que las personas no pueden acceder físicamente a sus lugares de trabajo.

“No considero que las estrategias de IA deban regular, no me gusta esa palabra, sino que deben poner siempre al ser humano en primer lugar. Las máquinas no van a reemplazar a las personas, sino que están supliendo ciertas actividades que antes hacían. Es lo que ha sucedido con el celular, no te reemplaza, pero te ayuda en distintas funciones. Por lo tanto, una buena estrategia debe apoyar las interacciones de las personas con estas nuevas tecnologías que permitan de una manera amigable transformarlos en usuarios de estas”, dice.

Otro dilema ético al que se deben enfrentar las empresas y los gobiernos es la protección de los datos personales. Según Alain-Paul Michaud, de EY Perú, se debe considerar dar acceso a datos generales de las personas, pero cuidando y regulando el uso de la data personal para crear modelos con información pública, pero sin exponer a las personas.

“Es importante regular el uso ético de la tecnología. La IA va a traer muchos beneficios, pero al mismo tiempo hay riesgos en algunos casos de uso, que tienen que ser identificados y regulados. Por ejemplo, el año pasado durante las marchas en Estados Unidos las organizaciones policiales utilizaron soluciones de reconocimiento facial, que estaban en etapa de prueba para identificar a las personas que estaban marchando. Inmediatamente las empresas de tecnología pararon los pilotos que estaban haciendo, pues claramente se infringían los derechos de las personas. Así como este, el uso de IA en los que se llama Deep Fakes (generar videos en lo que parece que una persona hace o dice algo que nunca dijo) es un riesgo claro para la sociedad”, dice.

IA para la reactivación económica

2020 fue un año de rápida transformación digital para muchas industrias, en gran parte impulsada por la irrupción del COVID-19. Actualmente, en el marco de un proceso de reactivación económica mundial en esta nueva normalidad, la tecnología se perfila como un elemento clave para lograrlo, sobre todo la IA como herramienta para automatizar operaciones difíciles de realizar en plena crisis sanitaria.

“Antes de la pandemia, se creía que en 2023 el PIB de Colombia podría crecer dos o tres puntos más si se adoptaban ese tipo de tecnologías emergentes de forma en que contribuyeran a la industria, a la productividad y a la eficiencia. Perú es otro país que puede aumentar su PIB a partir de la tecnología. Imagínate ahora en un contexto en el que los países necesitan crecer, esto se convierte en algo muy importante”, dice Armando Guio. “Necesitamos países preparados para dar este salto y para aprovechar todas las oportunidades que el mercado y las cadenas de producción internacional generen. Las estrategias de IA son una guía de preparación para lograrlo y para formar un talento que esté a la altura de lo que necesita la nueva economía, con una infraestructura robusta, con mayor conectividad”.

Aunque hay industrias que tienen vasta experiencia en el uso de IA, las políticas también están enfocadas en atraer otras que pueden maximizar las ventajas de esta tecnología con miras a retomar el crecimiento económico. Es el caso de Perú, que cuenta con industrias como la minera o la agrícola con gran expertise en IA, pero que apunta también a integrar a otras más a la ola tecnológica.

“La priorización de la estrategia va a ser hacia los sectores que habiendo usado o no la IA, impactan en la reactivación económica y en la generación de empleos. Uno de los ejes de esta política es identificarlos para tener un mayor impacto en la economía y generar eficiencias. En el sector público, por ejemplo, la analítica de datos de alto nivel puede prevenir la corrupción”, afirma Marushka Chocobar, secretaria de Gobierno Digital de Perú.

Alain-Paul Michaud agrega: “Tener una estrategia de IA va a ser importante en la reactivación económica de los países, pues ayuda en la habilitación de un sector que está en crecimiento importante a nivel mundial. Según IDC, el mercado global de IA va a ser de US$ 500.000 millones para 2025, y el valor generado en las empresas superará largamente los miles de millones de dólares al año. Lo interesante es que este tipo de servicios se pueden dar virtualmente, por lo que no es necesaria la movilidad de las personas”.

Más allá del beneficio económico, queda claro que un uso adecuado de la IA o cualquier otra tecnología redunda en la mejora de la calidad de vida de las personas. Algunos países de la región ya han dado los primeros pasos para implementar estrategias y políticas que ayuden a conseguir este objetivo y que al tener una guía podrán alcanzarlo más rápido que otros.

* Foto principal: Freepik.

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