¿Tratamientos, vacunas, pruebas? Las reflexiones del empresario tecnológico han sorprendido al mundo, tras conocerse que fue una de las principales figuras en advertir hace años una pandemia global como la actual.
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Por Javier Menéndez Sánchez y Gonzalo chavarri para ThinkBig. Bill Gates no es científico ni epidemiólogo, por lo que a priori sus reflexiones sobre este tema pueden quedarse más en una curiosidad que en otra cosa. Sin embargo, el hombre más rico del mundo lleva tiempo dedicándose por completo a financiar las investigaciones más prometedoras, algo que exige estar al día de todas ellas. Asegura que las sigue con detenimiento, mientras mantiene contacto permanente con todos los sectores.
En su último artículo publicado en su página web ha compartido una síntesis de todo lo que cree que necesitamos saber sobre cómo vencer y curar el coronavirus.
El confinamiento ha salvado vidas
Tras repasar la evolución de la pandemia, “la primera pandemia moderna”, hace hincapié en que la cuarentena ha sido necesaria. Muchos la critican, pero “ha ayudado a salvar muchas vidas y evitar el colapso sanitario”.
Cuestiones que determinarán el futuro del virus
Hay muchas preguntas que aún no tienen respuesta y que son esenciales para actuar de forma efectiva. ¿Es una infección estacional, como suelen serlo las demás enfermedades respiratorias? ¿Cuántos enfermos asintomáticos pueden contagiar a otros? ¿Los que lo han superado pueden contagiar?
Más inversiones en salud para reducir el impacto de futuras epidemias
¿Quién debe financiar todos los gastos? Es un debate que tiene que hacerse, dice. “Una inversión de miles de millones ahorrará billones. Una muestra de ello es lo que estamos viviendo: un mes de cuarentena significa pérdidas económicas inimaginables”. Pero, ¿de dónde saldrá este dinero? Los países deben destinar más recursos a ello.
La innovación es esencial para curar el coronavirus
Compara la epidemia con otro momento histórico decisivo, la Segunda Guerra Mundial. Quizá sea excederse, pero se refiere a que esta acabó antes gracias a ciertas innovaciones, y que, del mismo modo, el Covid-19 también lo hará.
No podrá haber grandes aglomeraciones si no hay un tratamiento efectivo en un 95%
Es lógico: no podemos volver a exponernos hasta que no demos con un tratamiento eficaz. ¿Cuándo ocurrirá esto? En su opinión, actualmente hay más de 100 proyectos en marcha. “Cada semana leerás noticias sobre posibles tratamientos. La mayoría fracasarán. Sin embargo, unos pocos tendrán éxito y lograrán una importancia muy significativa” para curar el coronavirus.
Los tratamientos más prometedores ahora: transfusiones de sangre y medicamentos
Las transfusiones de sangre parecen ser un buen candidato: en ellas están estudiando cómo los anticuerpos de una persona que ha superado la enfermedad ayudan al sistema inmunológico de otra persona enferma a vencer el coronavirus. Asimismo, Gates asegura que existe una variante: concentrar este plasma en un compuesto, la globulina hiperinmune, para que sea más rápido y efectivo.
Sobre los medicamentos antivirales, destaca varios. El mejor candidato es Remdesivir, de Gilead, que se creó para el ébola y se encuentra en fase de pruebas. Otras dos propuestas interesantes son la hidroxicloroquina y los moduladores del sistema inmune.
Las vacunas: su importancia y la apuesta por las del tipo RMA
“A falta de un tratamiento milagroso, las vacunas son la única forma de volver a la normalidad”, sentencia Gates. Su importancia es evidente para prevenir y curar el coronavirus. A lo largo de la historia de la humanidad, son las herramientas que más vidas han salvado. Pone de ejemplo la viruela, que mataba a millones de personas y se erradicó con una sola vacuna.
La Coalición de Innovación para Preparar Epidemias (CEPI), que se creó después de su famoso aviso y predicción de una epidemia, en 2015, ha invertido en un nuevo tipo de vacuna: las vacunas de ARN, que, en lugar de inyectar fragmentos del virus al organismo, introducen una copia del código genético del mismo para que el sistema inmune cree anticuerpos suficientes para combatirlo. La más avanzada es la del laboratorio Moderna, que desde hace semanas se encuentra realizando ensayos en humanos.
Afortunadamente, como ocurre con los tratamientos, hay más de 100 proyectos en marcha en todo el mundo.
Pero, ¿cuándo estarán listas las vacunas?
Los expertos indican que el proceso es lento por toda la seguridad que supone. Además es necesario realizar pruebas en animales y después en humanos, en grupos pequeños y luego más grandes. Después, fabricarlos a gran escala. Se quieren evitar daños secundarios y el cuestionamiento de los beneficios de las vacunas. Ir muy rápido pondría en riesgo a la población.
¿A quiénes se administrará primero la vacuna?
Es un debate que inevitablemente se producirá. Son muchos los intereses en juego. Todos querrán ser los primeros en beneficiarse. Los países que han aportado recursos, los que han realizado los ensayos y los que están más afectados por el virus.
Las pruebas: quienes diagnostican antes, salen antes de la crisis
Corea del Sur es un ejemplo. Sin embargo, pese a que la comunidad médica lo dice, aún no se realizan en muchos países. Hay dos tipos de prueba: los PCR, más lentos y exhaustivos; y los RDT, pruebas rápidas. Están estudiando cómo producir más cantidad y cómo acelerar su funcionamiento.
¿A quiénes hacer la prueba primero y cómo?
Dos grupos: a quienes han presentado síntomas y a quienes han tenido contacto con los positivos. Lo ideal sería que registraran sus síntomas en una página web del gobierno, desde la que, en función de su gravedad, los proveedores enviaran pruebas PCR para realizar en casa y, si no se puede, en los centros de salud.
Monitorizar a los enfermos
Sistemas de GPS, como en China y Corea, conexión entre los smartphones para informar cuando estás cerca de un positivo… Hay varias opciones, aunque Gates considera que la mejor es la utilizada en Alemania. Allí, los centros de salud hacen seguimiento del paciente y sus contactos.
Evaluar las poblaciones con más riesgo
Es posible que el coronavirus no afecte a todos los países por igual. Los más pobres pueden sufrir más al carecer de recursos, aunque de momento no han tenido tantos casos. Igualmente, los gobiernos deben estudiar el impacto en los sectores socioeconómicos más desfavorecidos.
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