La apuesta por Latinoamérica que recorre a las startups europeas tiene como denominador común que la región ofrece un ecosistema inmaduro en muchos aspectos, pero por eso mismo es que se visualiza que “está todo por hacerse”.
Inscríbase en nuestros newsletters
“Mercado en constante crecimiento”. “Oportunidades”. “Perspectivas para crecer”. “Ecosistemas en desarrollo”. Las frases se reiteran cuando se les pide a los referentes de startups europeas que expliquen por qué están poniendo crecientemente su mirada en Latinoamérica.
La apuesta por Latinoamérica que recorre a las startups europeas tiene como denominador común que la región ofrece un ecosistema inmaduro en muchos aspectos, pero por eso mismo es que se visualiza que “está todo por hacerse”.
La esencia de las startups, que se conecta con un principio fundante del espíritu emprendedor, es que antes de vender tal o cual producto, lo que hay que preguntarse es qué problema soluciono con mi desarrollo. En ese contexto, Latinoamérica, por su particular historia de inestabilidad económica y debilidad institucional como su marca en el orillo, muestra, en esencia, sociedades problemáticas y desafiantes para las incubadoras en busca de ocuparse de problemas que nadie abordó antes con decisión.
Si de problemas se trata, basta ponerse en la piel de quien busca una entrada para asistir al show de su banda predilecta para saber qué se siente. Colas interminables frente a una ventanilla que se ve con larga vista cuando aún se tiene la esperanza de conseguir el ticket al precio oficial, o la peripecia de quien no tiene otra alternativa que acudir a la reventa, cuando las entradas se agotaron, con los riegos que eso conlleva para su seguridad, y también para la del revendedor que no integra ninguna red deshonesta de comercialización.
Por eso, las plataformas de intercambio de entradas entre usuarios revolucionaron la reventa en Internet, como uno de los derivados del fenómeno más general de reemplazar la venta oficial de entradas en ventanilla por las transacciones online. Estas plataformas, organizadas y aseguradas por compañías de renombre, se transformaron en una solución para el que no puede asistir al show para el que compró su ticket y tampoco quiere perder el dinero que pagó, que se conecta a su vez con quien no llegó a tiempo a conseguir la entrada y la busca afanosamente. Estas soluciones habilitaron que, más allá de lo fortuito, la reventa pueda ser un negocio absolutamente legal en sí mismo, ya que cuando se trata de conciertos o eventos muy buscados, con artistas de primer nivel, una entrada puede dejarle un excelente margen de ganancia al revendedor.
StubHub, nacida en Madrid como Ticketbis y renombrada tras ser comprada por eBay, vio en todo este panorama una oportunidad y por eso ya cuenta con estructura propia en la Argentina, México y Brasil, como parte de su presencia en más de 40 países. De hecho, la compra de Ticketbis fue para eBay una posibilidad de crecer en la región como plataforma digital internacional de compraventa de entradas.
En StubHub aspiran, en el camino de la evolución de la industria del ticketing, a que los canales de venta oficial y de reventa vayan camino a unificarse en la región, como sucede desde hace años en Estados Unidos con el Super Bowl o la NBA.
Las EdTech explotan. Lingokids, la app interactiva de aprendizaje de inglés que, enseña el idioma a niños a través de actividades, vídeos, juegos y canciones, también tiene origen europeo, específicamente en Madrid, España. Está en 180 países y desembarcó en la Argentina y la región el año pasado, y planea profundizar su presencia en Latinoamérica en 2019.
Lingokids es un claro ejemplo de apuesta estratégica por la región.
“Latinoamérica representa un mercado estratégico para Lingokids por sus características socioculturales. Una parte significativa de los países latinoamericanos tienen gran influencia de los Estados Unidos, por su cercanía, como México y algunas de las naciones centroamericanas, pero gran parte de su población sufre de una falta de medios de calidad y a su vez económicos para aprender el idioma. En la Argentina, en particular, esto se combina con una tradición muy fuerte de instituciones prestigiosas que enseñan inglés, con las que están planteadas alianzas estratégicas, pero donde los problemas económicos recientes han resentido los presupuestos de las familias para que los niños estudien. Con Lingokids creemos que podemos bajar mucho el costo de acceso a la enseñanza del inglés de calidad para los argentinos y latinoamericanos”, explicó Cristóbal Viedma, cofundador y CEO de la firma.
"El concepto de emprendedor era casi desconocido a principios de los años noventa del siglo pasado en la mayor parte de los países de América Latina y el Caribe. El término se asociaba a aquellas personas que habían perdido el empleo y que, mientras encontraban otro, optaban por la alternativa de montar un pequeño negocio. Pero esta idea se transformó una vez iniciado el nuevo milenio", señala Susana García-Robles, jefa de operaciones financieras del Fondo Multilateral de Inversiones (Fomin), el laboratorio de innovación del grupo Banco Interamericano de Desarrollo (BID). La experta del organismo multilateral -citada en otro trabajo del BBVA, apunta que "a mediados de la década de los 2000, términos como innovación, inversor ángel, empresario y capital de riesgo gradualmente dejaron de ser considerados como conceptos elitistas y comenzaron a entenderse como conceptos imperativos para el crecimiento económico".
Más casos. Otro caso es el de los franceses Charles Carette, Rémi Beaufils y Timothée Jauffret, co fundadores de Bambox. Ellos se conocieron en la Argentina y se inspiraron en las experiencias de sus amigos argentinos con niños pequeños para lanzar la plataforma. “Observamos que la compra de productos para el bebé era una parte considerable del presupuesto de las familias pero también que era algo que ocupaba un tiempo no despreciable, sobre todo si la necesidad de ahorro obligaba a comparar precios para compras que no esperan y que a veces se tienen que concretar a horas insólitas”, explicaron.
“Es cierto, la noción de problema a resolver está indisolublemente ligada a la experiencia cotidiana de los países en desarrollo y eso es terreno fértil para el emprendedor”, señaló Carette, quien también agregó que la existencia de mano de obra calificada para el sector tecnológico (programadores, diseñadores, editores de video) es otro punto a favor de, en este caso, la Argentina, para que se instalen startups extranjeras”. Según Beaufils es algo que nunca deja de comentarse en los eventos y rondas de negocios del viejo mundo cuando se menciona al país. “Destacan eso”, subrayó.
Otro de los desembarcos a destacar es de los fundadores de Trideo. Dos franceses y un belga se establecieron en Argentina para dedicarse a la fabricación y servicios para la impresión 3D y como cuentan los inicios no fueron color de rosa.
“Con una inversión inicial de US$15.000, estuvimos sobreviviendo, en todo sentido, es decir desde comer, movernos, pagar el alquiler, investigar y comprar los materiales para las primeras máquinas hasta concretar la primera venta 9 meses después. Una odisea”, rememora Nicolás Berenfeld (Belga).
Ni Laurent Rodriguez (francés) ni Nicolás llegaron a la Argentina con un plan muy definido. El primero en recalar fue Nicolás, quien, desde su Bruselas natal, se había recibido de la Solvay Business School con el título de Ingeniero de Gestión.
Nicolás tiene 35 años y hace 9 que está en Buenos Aires en los cuales estuvo armando distintos emprendimientos en otros rubros. Laurent, por su parte, tiene 31 y llegó hace seis años. Laurent se graduó en la Escuela Nacional de Ingeniería de Francia, en 2011, con una Maestría en Ingeniería Industrial. Trabajó en diferentes países, primero para subcontratistas de Airbus en Francia y luego como gerente de Proyecto Internacional para Saint-Gobain en la India. Su relación con la impresión 3D tomó forma durante su experiencia en una startup argentina en 2013, donde “me fascinó esta tecnología y todas las posibilidades que ofrece”.
A ellos se sumó, tiempo después, Simon Gabriac, también francés y amigo de la infancia de Laurent, quien lo convocó con un par de llamados y la oferta de un desafío para empezar desde prácticamente desde cero con el proyecto.
Simón no estaba, precisamente, desocupado; también ingeniero, con especialización en Mecánica, tenía más de 3 años de experiencia laboral en el campo de la aeronáutica, en pesos pesados de la industria como Airbus y Dassault Aviation. De hecho, Simón participó del armado del primer modelo propio, la “PrintBox” estando aún en Francia.
Se reinventaron una y otra vez y hoy proyectan la apertura, antes de fin de año, de un centro de fabricación en San Pablo, Brasil, para el cual planean invertir unos US$100.000.
Gracias a su equipo de ingenieros multidisciplinarios, Trideo ofrece servicios de consultoría en impresión 3D para facilitar y acelerar su implementación en la industria. “Nuestro objetivo es reducir el tiempo y el costo en los procesos de ingeniería, fabricación y mantenimiento, enfocándonos en donde la Impresión 3D puede hacer una diferencia”, convocan desde su página web donde la idea una fuerza fundamental que los guía es “No hay problemas, solo soluciones”.
Basta revisar la breve pero intensa historia de Trideo para saber que estos europeos treintañeros, amantes de los desafíos y enamorados de Buenos Aires, saben de qué están hablando.
Los desafíos que presenta la región. La relación entre las startups europeas con Latinomérica reconoce causas que se remontan a identidades culturales y tradiciones de negocios que, verificadas en otros segmentos más tradicionales, se trasvasan al emprendorismo. “Un francés en Buenos Aires se siente en gran medida como en su casa”, admite Jauffret de Bambox, quien cuenta que sus amigos españoles e italianos tienen la misma percepción. “Es la continuidad, bajo nuevos formatos, de una tradición de negocios europeos en la región que viene de larga data”, precisa.
Precisamente desde España llega una parte significativa de las startups europeas que se instalan en la región, una realidad que fue anticipada como una de las principales conclusiones del IV Informe de Internacionalización de startups realizado por IE BUSINESS SHOOL con el apoyo de Lufthansa y Casamerica. El informe reveló que la mitad de las start-ups tecnológicas españolas contarán con oficinas en México, Colombia, EEUU, Chile, Argentina o Portugal en los próximos 18 meses.
El mismo trabajo de investigación apunta que el 64% de las start-ups españolas de base tecnológica ya contratan profesionales en Latinoamérica. "Respecto a sus plantillas, la mayor parte de ellas ya cuentan con freelancers, colaboradores o empleados en el exterior, dentro de su procedimiento de crecimiento internacional, principalmente en Europa (78%) y América Latina (64%)", agrega.
El informe también muestra que invertir en Latinoamérica no es un paseo. "En cuanto a los principales problemas para desarrollar sus negocios en América Latina, el 57% señala que el mercado no está maduro, mientras el 24% señala que las conexiones a Internet son lentas. La ventaja regional es que la competencia no es tan fuerte, justamente lo contrario que en Europa y los EE.UU", explica.
También un estudio del Banco Mundial mostró que las empresas de la región tenían un 20% menos de probabilidades de introducir un nuevo producto que en países con ingresos similares en Europa y Asia Central.
De este modo, desde España, Francia, Bélgica y otros países europeos, siguen viendo en América Latina un terreno fértil y atractivo para desarrollar y crear nuevos negocios.
- Palabra Clave
- Startups
Comentarios