El Consejo para la Transparencia de Chile advierte que la popular aplicación tiene como principal usuario a la generación "post-millenial", recopila grandes cantidades de datos y tiene un sistema de mensajería completamente abierto.
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Si no pagas por un producto, es probable que el producto seas tú. Esta premisa se ha ido amplificando en noticias e informaciones de medios a nivel global, y la aplicación que mezcla música y video TikTok no es la excepción, más bien es evidencia clara de que la afirmación inicial es hoy parte de nuestra vida cotidiana.
Esta red social que tiene sus orígenes en China (Douyin, creada en 2016) se basa en la grabación y difusión de videos de un máximo de 15 segundos de duración –mayoritariamente en formato selfie-, en el que el usuario dobla una canción de fondo (lypsinc).
Todo parece muy simple, pero al momento de bajar esta aplicación es necesario aceptar sus políticas de privacidad y términos de uso, entregando de esta forma –con un click- el consentimiento para compartir con la compañía gran cantidad de información personal, y no sólo del usuario sino de sus contactos.
El tema adquiere ribetes más complejos si se piensa que la red es la de moda entre la generación “post-millenials”, es decir, los nacidos a partir del 2003. Lo anterior, dado que se manejan datos de menores entre 13 y 17 años, los que según el Consejo para la Transparencia de Chile (CPLT) deben tener un mayor resguardo.
“La protección de datos (imágenes u otro tipo de información personal) de niños, niñas y adolescentes, merece una protección más intensa, ya que pueden ser menos conscientes de los riesgos, consecuencias, garantías y derechos que tienen sobre sus datos personales”, enfatiza el presidente del CPLT, Jorge Jaraquemada.
En Chile el tema es complejo, explica el representante del Consejo, dado que “ĺamentablemente en el país la ley de protección de datos personales que es de 1999 no es adecuada para las situaciones que se nos presentan hoy, por ejemplo en relación a estas plataformas, dejando en la desprotección absoluta ante abusos con mi información personal, inclusive cuando involucra a niños, niñas y adolescentes”.
Además de la gran cantidad de datos personales que recopila la aplicación –nombre, edad, correo electrónico, localización, redes sociales vinculadas y contactos asociados a ellas, IP de los dispositivos-, cuenta con un sistema de mensajería completamente abierto, lo que a juicio del CPLT constituye una brecha de seguridad al permitir la difusión de comentarios ofensivos dirigidos a niños, niñas y adolescentes y genera oportunidades para situaciones de cyberbullying, acoso u otras conductas de riesgo que pueden afectar a los usuarios.
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