Virginia: un juego que podría haber escrito David Lynch

Por en Juegos

Una novata agente del FBI, con varios esqueletos en el armario, investiga su primer misterio.

Cromo - El Observador. En un principio, cuesta ubicarse. Aunque a primera vista se trata de otra aventura gráfica realizada en plano subjetivo, pronto nos damos cuenta de que más allá de ir, venir, preguntar y activar ciertos objetos o mecanismos, en Virginia lo importante pasa por estar atento a lo que ve nuestro personaje protagonista –Anne Tarver– y a las miradas y gestos que recopila a medida que avanza en su investigación. No a las palabras, cosa curiosa, ya que el juego es –en una tan genial como arriesgada maniobra– completamente mudo.

La Virginia del título no es una persona, sino el nombre del estado de los EEUU que alberga a la pequeña ciudad de Kingdom, adonde va la agente Tarver en su primera tarea como agente del FBI: investigar la misteriosa desaparición del estudiante universitario Lucas Fairfax. Tarver no viaja sola, sino que lo hace en compañía de la experimentada colega Maria Halperin, quien hace además las veces de mentora de nuestra protagonista. Pero a medida que avance el misterio –y se entremezclen los extraños sueños (¿recuerdos?) de Tarver, con la propia interna del FBI, con los extraños datos que arroja la desaparición de Lucas–, el asunto más y más se complica, obligando al jugador a prestar una inusitada atención a todo lo que pasa.

Película interactiva

El juego es esencialmente un thriller con elementos sobrenaturales, que rinde claro homenaje, primero que nada, a David Lynch y una de sus obras más conocidas: Twin Peaks. No es el único referente claro: pensar en agentes del FBI investigando peculiares misterios nos lleva directo a Archivos X y el videojuego no desdeña tampoco referencias a otras populares series de TV como la reciente True Detective o Fargo.

Ambientado en el año 1992, el misterio tiene su propio ritmo –su tempo– que no es para cualquiera. Somos dueños del destino de la agente Tarver en todo momento, desde que despierta hasta que se acuesta, y hay que saber dosificar el entusiasmo hasta encontrar algo que nos ponga en el caso, mientras tenemos que llevarla por tareas cotidianas como cepillarse los dientes o vestirse; pero es uno de esos casos donde la recompensa es óptima. Virginia está estupendamente bien escrito.

Sin entrar en detalles de la trama –lo que sería imperdonable, tratándose de un misterio con tantas sorpresas–, lo mejor pasa por la duración del juego: un gamer medianamente entrenado termina con la aventura en un par de horas pero el juego invita a probar nuevamente con cambios en el accionar, dado que hay diferentes finales marcados por nuestras elecciones.

Pero por si no bastara como experiencia narrativa, el juego es también un hallazgo gráfico y artístico. El diseño retro, que ubica al juego en la misma década donde ambienta su trama, la estupenda banda sonora (Lyndon Holland al frente de la Filarmónica de Praga, nada menos) y su jugabilidad sencilla –todo se basa en desplazarnos por los escenarios, buscar pistas e interactuar con algún objeto concreto; por lo que no es complicado saber por dónde ir ya que en la pantalla aparece un puntero que se agranda ligeramente cuando tenemos que prestar atención a un objeto– contrapesan con la compleja trama y lo hacen especialmente atractivo. Está traducido al español y eso permite leer con comodidad los diarios y hojas que desvelan información.

Virginia es una muy personal aventura interactiva, que versa sobre temas tan inmortales como la amistad, la lealtad, la traición y la identidad sin que medie en ningún momento ni una sola palabra. El Gremio de Escritores del Reino Unido le concedió un premio por su originalidad.

Un juego de lo más creativo que merece ser probado, aunque sea por curiosidad. Virginia ya está disponible para PS4, Xbox One, PC y Mac.

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