Este es el caso de Pebble, una de las compañías precursoras en la creación de los relojes inteligente que terminó adquirida esta semana y con sus equipos descontinuados.
Esta semana se anunció oficialmente una compra que se había sido filtrada desde comienzos de este mes. Hablamos de Pebble, precursores en el diseño de smartwatch, que fueron adquiridos esta semana por la empresa de vestibles Fitbit por US$40 millones. Esto puede sonar como una historia de éxito, pero no es así. Hablamos no sólo de una startup, sino que una compañía que alcanzó de valer hasta US$740M. ¿Qué pasó con este emprendimiento nacido en el crowfunding?
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Pebble comenzó inicialmente en 2012 como una pequeña startup en Kickstarter que llamó rápidamente la atención del mundo de la tecnología por medio de su nuevo producto: un reloj inteligente que podía conectarse con smartphones y entregar notificaciones en la muñeca del usuario.
Gracias a estos smartwatch, uno de los primeros en el mercado, la compañía alcanzó fácilmente los US$100.00 que necesitaba en ese minuto para su producción. Incluso, luego de que alcanzaran esta meta, pudieron lograr un monto total de US$10 millones en tan solo unas horas y una orden inicial de 85.000 equipos.
En ese minuto no existían ni el Gear de Samsung ni tampoco el Apple Watch, porque lo que estos dispositivos se volvieron rápidamente populares entre los usuarios. De esta manera, las siguiente campañas de la compañía tuvieron un éxito similar, al punto que Eric Migicovsky -fundador de la empresa- rechazó una oferta durante el año pasado por US$740 millones de parte de Citizen.
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Pero llegaron los gigantes del mundo de la tecnología y comenzaron a presentar sus propios productos. Sin embargo, Migicovsky no parecía preocupado ni con la aparición de equipos como el Apple Watch. Al respecto, el fundador de Pebble señaló: “ellos están enfocados en ser Rolex o el Tag Heuer de los smartwatch (...) aunque creo que solamente son, en realidad, los Swatch de estos dispositivos”.
Obviamente la llegada de estos nuevos productos, provocó una caída en ventas de los productos de Pebble. No obstante, ni siquiera este escenario fue suficiente para que Migicovsky aceptara una segunda oferta -no confirmada- de US$70 millones de parte de Intel.
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Volviendo al presente, durante esta semana Pebble finalmente decidió vender su software y propiedad intelectual. La empresa dueña de esta tecnología es ahora Fitbit gracias un acuerdo que no habría alcanzado los US$40 millones, y que incluye principalmente el contrato de los ingenieros de la compañía en la nueva firma, según reportó Bloomberg. Además, es un acuerdo no incluye, ni supera, la deuda que actualmente mantiene la startup.
Con esta adquisición, además, Fitbit anunció la descontinuación de los equipos de Pebble, incluyendo su recientemente lanzado Pebble 2, Pebble Time 2 y Core. Tres dispositivos que estaban enfocados precisamente en el área de salud y fitness. Además, la empresa aclaró que dejará de recibir nuevos pedidos por sus productos e invalidará la garantía de los dispositivos Pebble ya vendidos. Tampoco entregará aquellos modelos que todavía no habían llegado a sus usuarios, y reembolsará su valor sin entregarles los equipos.
Por medio de este acuerdo, Fitbit espera fortalecer su equipo de desarrollo y mejorar su posición en el mercado de los smartwatch, para competir más directamente con los nuevos Apple Watch Series 2 y Samsung Gear S3.
¿Quién tiene la culpa de este fracaso? Según diversos expertos, este es el resultado de un exceso de confianza de parte del fundador de la empresa. Un fenómeno que es bastante común en la llegada de startups a Silicon Valley y que también se puede ver en otros caso como el de Andrew Mason, creador de Groupon.
Este emprendedor rechazó una oferta de Google en 2010 que habría alcanzado los US$6.000 millones. Una cifra mucho mayor a los US$2.300 millones que vale la compañía actualmente.
Algo similar sucedió en el caso de Yahoo y su fundador Jerry Yang, quien rechazó en 2008 una oferta de US$44,6 millones de parte de Microsoft por “valorar pobremente” su compañía. Lamentablemente para Yang, luego de esta decisión hubo una importante crisis económica, que golpeó su empresa y que provocó una caída en su valor hasta los US$4.800 millones. El valor que tuvo la empresa en su venta durante este año a Verizon.
Obviamente para la mayoría de los emprendedores, convertir un éxito de US$100.000 en Kickstarter a una oferta de US$40 millones es sin duda un éxito. Sin embargo, en el caso de Migicovsky, parece simplemente un error provocado por malas decisiones. Y obviamente, para el resto de los emprendedores, una importante lección de que no todas las startups exitosas terminan bien en el mundo de Silicon Valley.
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