El Gerente General de Nanotec Chile nos revela cómo esta innovación podría contribuir al desarrollo de ciudades más limpias.
Ya es un hecho. La nanotecnología tiene diversas áreas de aplicación tanto en el extranjero como en Chile. Vemos resultados concretos y tangibles en áreas como la salud e higiene, en minería, incluso en el sector agrícola. Y no es para sorprenderse al encontrar que también aporta al cuidado del medio ambiente.
Desde la comunidad científica hasta las grandes compañías mundiales tienen enormes esperanzas de ver los aportes de la nanotecnología al sector ambiental.
Inicialmente podemos afirmar que habrá aportes en descontaminación de aguas contaminadas por derrames de petróleo, en el tratamiento de desechos mineros y aplicados a filtros industriales. En estas materias, todavía el aporte de la nanociencia se limita a remediar externalidades negativas de ciertos procesos productivos y comerciales. Pero en el futuro su aporte permitirá una producción más limpia y económica. Permitirá reducir costos de producción al ser aplicado en el ámbito energético, mejorando la conductividad y abaratando materiales requeridos para la generación de energía solar y mejorando la eficiencia de esos insumos. Estos materiales podrán estar presentes incluso en superficies urbanas o en las ventanas de los grandes edificios, captando energía de manera invisible para el ojo humano. Pero, además, existirá mucho menos desperdicio de energía, un mismo edificio podrá ser cubierto de materiales que almacenarán mejor su energía en lo que se refiere a temperatura tanto para invierno y verano.
Referente a lo que es almacenamiento, la nanotecnología y sus nuevos materiales serán capaces de generar baterías ultra potentes. Es decir, las baterías podrán almacenar mayor cantidad de energía, disminuir los tiempos de carga de la batería y hacer baterías que duren más ciclos que los actuales. Estas súper baterías serán un impacto en cada artículo que usemos, desde una máquina de afeitar, un celular, una grúa de carga, hasta un bus de pasajeros.
En este último es donde hay mayor aporte a la contaminación, pues si en el transporte somos capaces de utilizar masivamente energías limpias no contaminantes hay un directo beneficio en todo el mundo. Si bien el transporte no contamina al igual que una planta química, es más difícil aplicar e implementar políticas públicas. A su vez, el transporte público mueve a la población día a día con lo que se activa la producción y se relaciona directamente con la calidad de vida de las personas.
En Chile vemos sus efectos en nuestro sistema de locomoción colectiva, pero en el mundo las vías férreas y marítimas son también importantes parte del transporte diario y en cada una de ellas la industria de las baterías está desarrollando un sistema que reemplazará el petróleo, evidentemente escaso y, por ende, muy caro.
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