El gerente de Marketing de LINE para América Latina analiza el cambio de paradigma que representan el desarrollo de las tecnologías móviles y la masificación del uso de las apps de mensajería instantánea.
Cuando se habla de la relación entre tecnología y personas, no se pueden dejar de contemplar las diversas variables y fenómenos que participan e interactúan entre sí en los procesos de comunicación de la información, y que dan forma a lo que se conoce como aldea global.
La ciencia, la tecnología, las herramientas modernas de telecomunicación y las sociedades, han creado y continúan generando una creciente interrelación que ha “tecnologizado” la vida de los seres humanos, en su búsqueda por facilitar, simplificar y maximizar la conectividad y el trabajo.
Así, lo virtual ha penetrado en nuestras sociedades a niveles sin precedentes y que pareciesen avanzar incansablemente, convirtiéndose en un espacio tan real como la realidad misma y a través del cual las personas, sin distinción de origen, raza, edad ni género, han establecido relaciones y vínculos cada vez más extendidos.
En Chile, el escenario no es muy distinto: Según las últimas cifras de la Subtel, casi el 76% de los accesos a Internet provienen desde smartphones a través de las actuales redes 3G y 4G. Las llamadas mediante dispositivos móviles, por su parte, registraron una disminución del 4.2% en el primer trimestre y están cediendo terreno a aplicaciones y al tráfico de Internet, según el último Informe de Transporte y Telecomunicaciones del Instituto Nacional de Estadísticas.
En este contexto, el desarrollo de las tecnologías móviles, la masificación del uso de aplicaciones de mensajería instantánea y un mercado cada vez más evolutivo y competitivo, dan cuenta de un cambio de paradigma que guarda relación con cómo los teléfonos inteligentes –con todo lo que implican- se han convertido, para muchos, en un eje en torno al cual articulan sus relaciones, su trabajo y sus formas de vida.
Desde su lanzamiento en junio de 2011, LINE ha estado orientado a convertirse en una plataforma sin límites, una all in app (todo en una app), que ofrece no sólo servicios básicos como mensajería instantánea gratuita, llamadas de voz, video llamadas y chats grupales, sino elementos de valor agregado, como un completo ecosistema de aplicaciones y juegos incorporados -tanto para personas como para empresas-, espacios personales como el Timeline y el Home, stickers para enriquecer la experiencia, herramientas de privacidad como chat secreto, opciones de uso práctico como LINE Pay y LINE Taxi, y más.
Es una búsqueda inagotable por ser una “plataforma de vida smartphone”, un lugar en el que convergen todas las características, servicios y aplicaciones que aseguran una completa experiencia de comunicación, conectividad, visibilidad y entretención. Una experiencia que está íntimamente arraigada en nuestra percepción de cómo y hacia dónde se dirige el mundo en términos de comunicación. Una experiencia sencilla, amigable, íntegra y segura.
Ya lo auguraba McLuhan cuando planteó que “toda la tecnología tiende a crear un nuevo entorno humano... Los entornos tecnológicos no son meramente pasivos recipientes de personas, son procesos activos que reconfiguran a las personas y otras tecnologías similares”. La premisa pareciera definir el desafío que enfrentan hoy, varias décadas después, las compañías y servicios insertos en el mundo de la tecnología y la comunicación: lograr mantener un ritmo que marche a la velocidad del mundo, que no aguarde sino que proponga, y que innove y trascienda no sólo el tiempo, sino también a las personas y sus necesidades.
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