Actualmente nos encontramos en una transición, pues ya comenzará a darse el cambio de los formatos de Full HD de 1080, para llegar al 4K. ¿Vale la pena invertir más por este nuevo formato?
Este será el primer año en el que los servicios de televisión en 4K se explorarán más a fondo. A finales del 2014, se registró una mayor venta de televisiones con estas características. Sin embargo, esta tecnología recién llega al público, y no ha sido tan aprovechada. Ante esta situación ¿conviene comprar una televisión 4K?
Actualmente nos encontramos en una transición, pues ya comenzará a darse el cambio de los formatos de Full HD de 1080, para llegar al 4K. Las empresas encargadas de ensamblar televisores comienzan a explorar caminos como el de la tecnología OLED o los puntos cuánticos.
Cifras de la Consumer Electronics Association de Estados Unidos indican que se alcanzarán embarques por 4 millones de dispositivos UHD TV en el 2015, mientras que las ganancias superarán los US$5.000 millones. Tan sólo el año pasado, se tuvieron embarques por 800 mil dispositivos, y ganancias por US$2.500 millones.
Se trata de una tecnología relativamente nueva, con poco menos de un año de haberse hecho realmente asequible para el ciudadano común y que se ya se ha convertido en el estándar de facto y estandarte para los fabricantes a la hora de vender pantallas a aquellos que están en busca de dar un salto generacional.
Puestos a tener que pagar el elevado costo de una tecnología tan puntera, la mayoría de los consumidores suele preguntarse cuáles son las diferencias reales entre el Ultra HD, tecnología mucho mejor conocida como 4K y el, hoy por hoy mucho más conocido y expandido, Full HD.
Las diferencias entre el Full y Ultra HD
Puestos a encontrar diferencias entre el 4K y el Full HD, es evidente que la primera y principal es la resolución. Y es que aunque aún quedan algunos plasma en el mercado, y el OLED siempre ha intentado hacerse hueco, la mayoría de pantallas Full HD son LCD, por lo que en términos de tecnología no son muy diferentes del 4K, salvo por la cantidad de píxeles embutidos en una sola pantalla.
Quizás sorprenda a muchos saber que, pese a la mayor cantidad de píxeles, la mayoría de televisores 4K suele tener densidades de píxeles similares a lo que podemos encontrar en los televisores de tipo Full HD más populares. La razón de esto es sencilla, los fabricantes solían limitarse con el tamaño de las pantallas Full HD porque mientras más grande la pantalla también debía ser más grande el píxel.
Lo descrito en el párrafo anterior nos lleva a otra de las diferencias fundamentales entre los televisores Full HD y los Ultra HD. Las pantallas 4K suelen ser más grandes. De hecho, la mayoría de pantallas 4K pequeñas suelen ser del tamaño promedio de las TV 1080p más amplias. Y es que con una mayor cantidad de píxeles los fabricantes han podido abarcar más superficie sin preocuparse por pérdida de calidad, aunque como ya he dicho, eso se traduce en una densidad de píxeles similares al promedio de antiguos TV Full HD que en promedio eran más pequeños.
Especialmente importante a la hora de elegir una resolución o la otra es dónde se va a ubicar. Aunque es cierto que los televisores 4K por su mayor resolución pueden ofrecer un sensible aumento en la calidad e imagen, hay que tener en cuenta que mientras mayor sea la distancia entre el observador y la pantalla, menos notable es el incremento en la calidad. Es por tal que si tienes un salón pequeño y observarás la pantalla a una distancia menor a los 10 metros el 4K es una gran alternativa para ti, pero con distancias mayores no vale la pena el gasto extra.
Más allá del 4K
La revolución que promete el 4K es una mayor resolución de imagen, eso, en la superficie del tema, pues el streaming que ofrece esta nueva manera de consumir televisión pone a pensar a los prestadores de servicios de televisión por cable o satélite, en el futuro que tendrán sus empresas.
Algún acercamiento que han hecho estas empresas, es desarrollar codificadores para distribuir televisión en 4K bajo el esquema de renta mensual. Sin embargo, este enfoque parece chocar con la tendencia, pues de inicio, el usuario de Internet, ya paga por su servicio, adicional a esto, tendría que contratar otro servicio, que podría no tener sentido.
En segundo lugar, ya existen varios dispositivos que pueden convertir una simple televisión en una Smart tv, por ejemplo, consolas de videojuegos. En tercer lugar, las mismas televisiones ya cuentan con sistemas operativos y aplicaciones que les permiten tener acceso a una gran variedad de servicios.
La guerra de los sistemas operativos en la televisión
Android de Google se va a los televisores Sharp y Sony, Samsung llevará Tizen, LG con WebOS, y Panasonic está con Firefox OS. Ahora, lo que sí está en juego es el sistema operativo que será imperante para la televisión 4K, la tendencia indica que no habrá uno para dominarlos a todos, al contrario, habrá diferentes, y de eso dependerá de la variedad de servicios y contenido que tenga cada uno.
Por su parte, Comecast ya cuenta con aplicaciones especiales para televisiones Samsung, mientras Sony ya tiene el Video Unlimited para contenido en 4K.
En la más reciente edición del CES, proveedores de servicios y creadores de contenido ya firmaron una alianza para unificar formatos de lo que será el video en 4K, por ejemplo, empresas como DirecTV, Dolby, LG, Netflix, Panasonic, Samsung, Sharp, Sony, Technicolor, Walt Disney Studios, Twentieth Century Fox, y Warner Bros, ya trabajan en esto.
Un factor clave
Para aprovechar al máximo la calidad del 4K será necesario una velocidad de Internet que pueda procesar tal cantidad de información. Netflix recomienta 25 Mbps para el streaming en 4K, mientras que en 1080 sólo requiere 3 Mbps.
Según un reporte de Akamai, ‘State of the Internet’, sólo el 19% de los hogares en Estados Unidos está listo para el 4K, esto quiere decir que su velocidad de Internet es 15 Mbps o mayor. Algunas empresas han explorado otra posibilidad, reducir la calidad de la imagen en determinados detalles, para permitir que el 4K llegue a cualquier lugar sin la necesidad de aumentar la velocidad de Internet.
Podría ser una solución, pero ello implica modificar una gran cantidad de contenido, el cual, no tienen el derecho de cambiar. Es decir, recibirían quejas de distribuidoras, televisoras, estudios, y demás generadores de contenido por manipular la imagen original. Esto es igual a, posibles demandas.
Con información de ThinkBig y Excelsior.
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