Este fenómeno es el primero en la historia que se ha podido ver y escuchar de forma simultánea gracias a los telescopios convencionales y los detectores de ondas gravitacionales.
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Cromo - El Observador. Hace unos 130 millones de años, en una galaxia muy lejana, los corazones latentes de dos estrellas colapsaron entre sí. La explosión resultante envió una ráfaga de rayos gamma que fluyó por el espacio. El 17 de agosto, esas señales llegaron a la Tierra y desencadenaron una revolución astronómica.
La colisión distante creó un "kilonova", una maravilla astronómica que los científicos nunca antes habían visto. Fue el primer evento cósmico en la historia que se presenció a través de los dos telescopios ópticos tradicionales, que pueden observar la radiación electromagnética como los rayos gamma y los detectores de ondas gravitacionales, que detectan las arrugas en el espacio-tiempo producidas por cataclismos distantes.
La fusión de las dos estrellas de neutrones observadas sucedió hace 130 millones de años en NGC 4993, una galaxia de la constelación de Hidra, la más grande entre las 88 conocidas.Tienen un tamaño de unos 20 kilómetros de diámetro pero son tan densas que su masa es entre 8 y 30 veces la del Sol. La fusión de dos de ellas es lo que da lugar a una kilonova, una explosión mil veces más brillante que una nova normal. Al aproximarse y chocar, los dos astros liberaron parte de su masa en forma de ondas gravitacionales que se expandieron por el universo a la velocidad de la luz. Se piensa que en estos eventos, las estrellas de neutrones escupen oro, platino, plomo y otros elementos más pesados que el hierro.
Este fenómeno astronómico es el primero en la historia que se ha podido ver y escuchar de forma simultánea gracias a los telescopios convencionales y los detectores de ondas gravitacionales.
Secretos revelados
Desde el origen del oro hasta la velocidad de la expansión del universo, la primera observación de la fusión de dos estrellas de neutrones dio lugar a una explosión de hallazgos científicos.
Estos son tres de los principales secretos "revelados".
Una mina de oro cósmica
El Universo había escondido hasta ahora su manera de producir los elementos pesados que lo componen, como el oro y el plomo.
Según la teoría generalmente admitida, el Big Bang, ocurrido hace 14.000 millones de años, desprendió en el universo un gas uniforme compuesto de elementos ligeros como el hidrógeno y el helio.
Los elementos un poco más pesados como el hierro, el carbono y el oxígeno fueron fabricados en los núcleos de las estrellas.
¿Y los más pesados? "Por primera vez, tenemos una prueba inequívoca de la existencia de una mina cósmica que forjó alrededor de 10 masas terrestres de elementos pesados como el oro, el platino y el neodimio", explicó Mansi Kasliwal, del Instituto de Tecnología de California.
Los científicos ya habían teorizado sobre que la fusión de dos estrellas de neutrones o la explosión de una supernova podían ser la base de reacciones nucleares que llevaran a la formación de núcleos atómicos pesados, pero hasta ahora ninguna de estas 'fábricas' había sido observada.
La madre de las radiaciones misteriosas
Otro enigma resuelto es el del origen de los rayos gamma cortos.
Los rayos gamma son fotones muy energéticos producidos en abundancia, sobre todo por reacciones nucleares. Puesto que provienen de muy lejos, de centenares de millones de años luz, la energía emitida por el objeto celeste tiene que ser prodigiosa.
Solo 1,7 segundos después de que los centros estadounidense LIGO y europeo Virgo detectaran las ondas gravitacionales de las dos estrellas, el telescopio Fermi de la NASA captó rayos gamma cortos.
Los científicos concluyeron por lo tanto que la fusión de las dos estrellas de neutrones emitió a la vez rayos gamma cortos.
Y la simultaneidad de las dos recepciones demostraron que hace más de 100 años, Albert Einstein acertó, cuando predijo que las ondas gravitacionales se propagan a la velocidad de los fotones, es decir, de las ondas luminosas.
La velocidad de la expansión del Universo
El Universo está en expansión. Si los científicos logran determinar a qué velocidad crece, también podrían definir cuánto tiempo necesitaría para retraerse totalmente, hasta el Big Bang.
Al utilizar las ondas gravitacionales detectadas en agosto, "obtuvimos un resultado (de esta velocidad) situado justo entre los dos valores obtenidos recientemente" por dos métodos diferentes, explicó Bernard Schutz, otro especialista de la Universidad de Cardiff.
Una técnica de cálculo que, de confirmarse, podría poner a todo el mundo de acuerdo.
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