Esta tendencia facilitará la integración, comercialización, manejo y uso de pantallas dentro del hogar, así como su desarrollo en móviles y tablets.

Por Borja Garcia para Think Big. La mayor incógnita desde hace más de 6 años es ¿cuándo dispondremos de un smartphone totalmente plegable? Muchas empresas se han atrevido a idear bocetos y ensayos de esta nueva revolución tecnológica basada en la flexibilidad.

Actualmente las pantalla de los teléfonos móviles es LED o LCD, tecnologías que necesitan un cristal, esto hace que dichas pantallas sean frágiles y, por supuesto, rígidas. Mientras, las pantallas flexibles se basan en la tecnología OLED, un diodo que basado en una película de componentes orgánicos que reaccionan generando y emitiendo luz por sí misma. Esta composición sin duda mejora la resistencia de los dispositivos y el desarrollo de nuevas apps que lograrán sacar todo el provecho a esta nueva realidad.

Aunque de momento no podemos saber con exactitud la utilidad de esta tecnología, investigadores del Human Media Lab de la Universidad de Queens conjeturaron en su día con los usos prácticos en el gaming y la interacción con el usuario. Para ello se sirven de dos ejemplos: un libro digital y el juego de Angry Birds. En el primero, la curvatura del móvil permite pasar las páginas como si fuese una revista impresa, mientras que en el segundo ejemplo, podemos servirnos de la pantalla para determinar la fuerza con la que lanzaremos a los personajes del juego.

A día de hoy, la mayor y más evidente ventaja es la economización del espacio, pero además, las grandes empresas tecnológicas podrían incorporar este tipo de pantallas en wearables, más ergonómicos y fáciles de usar, así como en IoT, IA, e incluso equipos que puedan ser integrados en el transporte.

Lo que parece lógico es que el futuro de la flexibilidad radica, a su vez, en la manera de ajustar el tamaño y las dimensiones de una pantalla. Muchas películas o series se graban en 2:39, y actualmente un televisor, de pantalla ancha 16:9 convencional, no puede adaptar la imagen.

La batalla por las patentes

En 2009 las conjeturas y elucubraciones sobre las pantallas flexibles eran dominadas por Sony, empresa que trabajaba en un prototipo para el ejército estadounidense. Aquella pantalla flexible estaba compuesta por circuitos orgánicos y un tamaño de 4.1 pulgadas. Con su propuesta, Samsung le seguía de cerca con pantallas AMOLED flexibles, pero la resolución de aquellas era de 800×480 pixeles.

Recientemente Corea ha conseguido instalar OLED en una fibra más fina que un cabello humano. Precisamente en este país, en 2010, un grupo de investigadores de la Universidad de Sungkyunkwan y Samsung anunciaron un futuro imparable, láminas flexibles de grafeno de 30 pulgadas. Pero la batalla real comenzó con el desarrollo de flexibilidad, que presentó LG en 2015, mostrando la curvatura adaptable en su serie Flex.

Tres años más tarde, la empresa presentó en CES 2018 un enorme panel de 65 pulgadas con resolución 4K y tecnología OLED que es capaz de enrollarse. Dicha tecnología ha sido aplicada con éxito a los productos con pantallas LCD como los notebooks o monitores. Una tecnología que se equipara a la ya presentada por Samsung hace un año, una pantalla capaz de doblarse en dos direcciones, hasta 12 mm de recorrido antes de volver a su forma original.

Fuentes de The Korean Herald sugieren que el Galaxy X tendrá un diseño de teléfono plegable con dos pantallas, similar a la del Surface Book de Microsoft. Mientras que empresas como Synaptics se encuentran adaptando sus servicios de ClearID a este futuro imparable.

Aun así, lo cierto es que son todo hipótesis, puesto que a este tipo de innovación le queda un largo recorrido de maduración, probablemente hasta 2019 cuando se comercialice de forma masiva su uso. A pesar de todo, cada año se retrasa su lanzamiento y todo queda en rumores y prototipos, habrá que esperar al siguiente movimiento de Samsung tras el lanzamiento del Galaxy S9 para saber si podremos probar esta tecnología a finales de 2018.