Laboratoria: la startup que cambia la vida de las latinoamericanas sólo con código

Por en Desarrollo

Esta empresa social de tecnología, con sede en Lima, nació en 2014 a través de un programa piloto con 15 alumnas. Hoy en día ya ha logrado formar a 130 jóvenes y espera especializar a otras 10.000 en cuatro años.

UniversiaKnowledge@Wharton. A pesar de que en el sector tecnológico hay una ausencia significativa de mujeres, Laboratoria decidió romper con lo establecido y apostó por capacitar a jóvenes peruanas de bajos recursos como desarrolladoras web. Esta empresa social de tecnología, con sede en Lima, nació en 2014 a través de un programa piloto con 15 alumnas y en 2015 ya había logrado formar a 130 jóvenes, muchas de las cuales se han incorporado con éxito al mundo laboral. A día de hoy, el porcentaje de empleabilidad de las alumnas ronda el 65%.

A más largo plazo, Laboratoria tienes planes ambiciosos: para 2020 espera haber empoderado a través del aprendizaje de código tecnológico a 10.000 jóvenes de toda América Latina. Pero antes tendrá que descifrar el modelo de negocio que mejor ayude a cumplir ese objetivo. En esto está trabajando Mariana Costa, cofundadora de la empresa, quien relata en esta entrevista el camino seguido por Laboratoria hasta “convertirse en una marca muy querida que representa oportunidad, innovación y tecnología”.

A continuación, una versión editada de la entrevista.

Universia Knowledge@Wharton: ¿Cuándo y por qué motivo surge la idea de fundar Laboratoria?

Mariana Costa: Vivi muchos años en EEUU entre trabajo y estudios, lo último que hice fue una maestría en la Universidad de Columbia [School of International and Public Affairs], donde conocí a un buen amigo venezolano. Mi esposo —un ingeniero de sistemas ecuatoriano— y yo estábamos con la idea de volver a Perú y se dio la coincidencia de que mi amigo de la maestría también se iba a vivir a Lima. Los tres queríamos emprender cuando regresáramos, pero no sabíamos muy bien en qué y cómo, tan solo queríamos que fuera en algo de impacto social. Como mi esposo era desarrollador de software y era el que contaba con las habilidades más técnicas, arrancamos a fines de 2013 con una empresa que se llamaba Ayu, una agencia proveedora de servicios de desarrollos web y de software. A medida que fuimos consiguiendo clientes, nos encontramos con el reto de armar un equipo de desarrolladores, ahí nos dimos cuenta de que era un talento súper difícil de encontrar en Perú, donde hay muy pocos desarrolladores para la cantidad de demanda en la industria. También comprobamos que era realmente complicado encontrar mujeres para nuestro equipo.

Por otro lado, nos dimos cuenta de que se trataba de un sector donde el perfil de los desarrolladores era muy sui géneris. Lima, Perú y América Latina, en general, son economías muy conservadoras, donde para tener una carrera tienes que contar con un título de una universidad de prestigio, pero nos encontramos con un mundo en que nuestro mejor desarrollador era un chico autodidacta que solamente había terminado la secundaria, también contratamos a chicos con carreras muy diferentes que luego se habían convertido en desarrolladores.

Nos encontramos con el reto de armar un equipo de desarrolladores, ahí nos dimos cuenta de que era un talento súper difícil de encontrar en Perú, donde hay muy pocos desarrolladores para la cantidad de demanda en la industria. También comprobamos que era realmente complicado encontrar mujeres para nuestro equipo.

UK@W: Si hay una ausencia importante de mujeres en el ámbito tecnológico, ¿por qué se decidieron, entonces, por centrarse en jóvenes mujeres de bajos recursos, que en principio podría parecer aún más complicado atraer y formar?

Viendo el panorama, se nos ocurrió la idea de crear un programa piloto para ver si podíamos capacitar a desarrolladores que permitieran crecer nuestra propia empresa y decidimos centrarnos en las mujeres, dado que había tan pocas en la industria. Como teníamos la experiencia y las ganas de hacer algo social, al haber identificado la flexibilidad que ofrecía este mundo en términos de expediente académico, pensamos ‘por qué no enfocarnos en jóvenes que no tienen la oportunidad de acceder a una educación superior de calidad y cuyo futuro no parece muy prometedor’, porque en la mayoría de industrias, si no logras ir a una buena universidad, acabas trabajando de manera informal, o no trabajando, o estudiando algo que no te abrirá ninguna puerta posteriormente.

En 2014 lanzamos el programa piloto de la manera más emprendedora posible, porque no teníamos ni un dólar que dedicarle. Al final decidimos que la mitad de mi tiempo lo enfocaría en el programa. El lugar de coworking donde estábamos ubicados en Lima nos prestó un espacio para dar clases, y como yo tenía contactos con dos ONG que trabajaban en dos asentamientos humanos de la ciudad que conocía muy bien, hablamos con ellos para que nos ayudaran a identificar chicas de esas zonas para participar en el programa.

En primer lugar, diseñamos una currícula en base a lo que hacíamos [en la agencia]. Uno de los empleados, que era desarrollador, dijo que dedicaría parte de su tiempo a enseñar en el programa. Así que armamos un primer grupo de 15 chicas y comenzamos con nuestro programa piloto [3 tardes por semana durante 4 meses]. Fue una experiencia magnífica, había chicas muy jóvenes, algunas ni siquiera habían terminado el colegio aún y se encontraban en esa transición de ‘qué hago ahora yo con mi vida’.

La mitad de las participantes en el programa piloto aprendió súper bien. Al culminar, tres chicas consiguieron empleo: una con nosotros y dos en empresas de conocidos. El cambio en su vida ha sido tan grande… en un periodo de tiempo tan corto han conseguido aprender algo que las ha empoderado de mil maneras, que hoy en día les proporciona unos ingresos, han conocido gente de otros entornos, con unas aspiraciones que, al final, son muy positivas para ellas.

UK@W: ¿Con qué dificultades se encontraron y cómo las solucionaron?

A raíz del piloto hicimos cambios en la selección y en la naturaleza del programa. Pensamos que si éste era un programa de inserción laboral, teníamos que estructurarlo como tal. Ahora tenemos un proceso de selección súper riguroso. Por ejemplo, en la última convocatoria en Lima postularon 200 chicas que pasaron pruebas de aprendizaje, razonamiento matemático, lógica —áreas muy importantes para aprender a programar—, también hicimos una simulación de aprendizaje de desarrollo web para comprobar su capacidad para asimilar un material totalmente nuevo… Por otro lado, hicimos una serie de pruebas para medir habilidades blandas, como su resistencia a la frustración, la tolerancia, etc. Unas 100 pasaron el corte y se enfrentaron a una entrevista personal para conocer su historia, su nivel de compromiso, e identificar factores de riesgo que les impedirían finalizar el programa. Finalmente, tuvimos una reunión con sus padres porque hemos aprendido que estar en Laboratoria es un compromiso familiar. Ellas no viven en contextos fáciles, hay un montón de sacrificios personales y familiares que tienen que hacer para estar acá. Muchas tienen responsabilidades grandes en sus casas: trabajo doméstico, cocinar, algunas tienen incluso hijos. Hay que acoplar todo eso a un nuevo requerimiento.

Es un programa con una metodología intensiva, de 9 a 5, de lunes a viernes, durante 5 meses. Se pone mucho énfasis en que ellas generen responsabilidad sobre su propio aprendizaje y que cumplan con lo que nosotros esperaríamos si esto fuera un trabajo. La metodología es muy libre y muy basada en el autoaprendizaje, que es como aprende un desarrollador. Hay una parte muy importante de desarrollo personal que hace que ese aprendizaje sea posible, de construir su confianza, su autoestima… para que puedan imaginarse tan lejos como quieren llegar. Hacemos un seguimiento cercano y, al final, decidimos quienes están listas tanto técnicamente como personalmente para pasar a la etapa de colocación laboral. Para esta etapa hemos ido creando una red de empresas aliadas de todo tipo: muy grandes, con áreas de desarrollo interno, como Telefónica, hasta startups que andan buscando talento en este sector.

llas no viven en contextos fáciles, hay un montón de sacrificios personales y familiares que tienen que hacer para estar acá. Muchas tienen responsabilidades grandes en sus casas: trabajo doméstico, cocinar, algunas tienen incluso hijos. Hay que acoplar todo eso a un nuevo requerimiento.

El proceso ha cambiado muchísimo porque una de las cosas que descubrimos es que si bien se puede encontrar gente talentosísima que podría sacarle el mayor jugo al programa, ése no es siempre el caso, sobre todo en un contexto vulnerable. Si vas a un asentamiento humano o barrio de bajos ingresos y tomas al azar a una joven de 20 años para entrar en Laboratoria, probablemente no vaya a tener éxito. Hemos aprendido a identificar cuál es el perfil de chica que puede tener éxito en este programa y en la vida laboral posterior que le espera como desarrolladora.

Hacer la transición a un trabajo real es un reto grande porque son chicas que en su mayoría nunca han trabajado de manera formal, ni en una empresa de tecnología o con un horario de oficina. En su familia tampoco eso es la norma, así que la transición cultural es todo un reto. El mayor reto ha sido llevar a una joven que no está acostumbrada a ver esa realidad en su entorno y lograr que piensen en un contexto de mediano plazo, porque en un contexto de vulnerabilidad se piensa en el día a día, en cómo resolver lo inmediato. Para tener una carrera hay que pensar en el mediano plazo. Por ejemplo, si hoy no te fue bien en el trabajo, no puedes renunciar y marcharte, hay que aprender a solucionar ese problema y comprobar que se trata de una etapa fundamental para dar el siguiente paso…Todo eso requiere un montón de trabajo de acompañamiento.

Si vas a un asentamiento humano o barrio de bajos ingresos y tomas al azar a una joven de 20 años para entrar en Laboratoria, probablemente no vaya a tener éxito. Hemos aprendido a identificar cuál es el perfil de chica que puede tener éxito en este programa y en la vida laboral posterior que le espera como desarrolladora.

UK@W:¿Qué grado de conocimiento técnico o digital tienen las mujeres que forman?

Todas saben usar Internet, ése es el conocimiento promedio. La penetración de Facebook en la juventud limeña debe ser del 100%. Puedes ir a las zonas más pobres y los hijos tienen FB. Eso ayuda un montón. Sería muy distinto si nos moviéramos en un contexto rural. Hemos tenido una chica en la promoción pasada que se acababa de mudar a Lima y nunca había prendido una computadora, pero la mayoría de ellas son usuarias de Internet que ahora empiezan a programar. Por eso también nos enfocamos en chicas tan jóvenes, el promedio de edad es 21. En el pasado tuvimos chicas de 30 años, y la diferencia es muy grande, la apertura a aprender y la facilidad de aprendizaje en términos digitales para alguien de 20 es muy distinto que para alguien de 30.

UK@W:¿Cuál ha sido el grado de satisfacción tanto de las graduadas como de los empleadores?

En general, el impacto del programa ha sido impresionante. Para las graduadas el cambio es muy profundo, para muchas ésta es la primera vez en su vida que confían en ellas, que creen en ellas y que cuentan con las herramientas y el espacio para aprender felices. En estas condiciones se genera un gran amor por el aprendizaje, unas ganas enormes de superación. Hay que tener en cuenta que el código es algo muy poderoso porque aparentemente es muy complejo y en un tiempo relativamente corto aprenden a dominarlo. Además, es algo que muy poca gente sabe, así que ser mujeres en tecnología las empodera un montón. Hay chicas que no tenían un trabajo y sentían que no podían hacer nada con su futuro porque sus familias no tenían medios para pagar la universidad. De repente se encuentran con 3 ofertas de trabajo y les pagan el doble que a sus padres. ¡La sensación de superación es inmensa! Del lado económico, el impacto es enorme: las chicas triplican sus ingresos antes y después del programa.

En términos de aceptación general, el programa ha tenido mucho reconocimiento en la comunidad de desarrollo, en el sector empresarial… Laboratoria se ha vuelto una marca muy querida, que representa oportunidad, innovación y tecnología. La relación con las empresas es muy buena. En Perú tenemos una red de más de 100 empresas y con Chile y México, donde también tenemos presencia, son más de 200 empresas apostando por contratar personal de Laboratoria. En nuestra última encuesta de seguimiento trimestral con las empresas en Lima, el 80% estaban contentas o muy contentas con las chicas. Obviamente, ha habido problemas de adaptación y rendimiento por parte de algunas, ahí hay que intervenir e interceder para hacer damage control, porque el prestigio de todo el programa depende del rendimiento que tengan en esa transición al trabajo.

Muchas de las empresas con las que me reunía durante la etapa piloto para venderles el programa me decían:  “yo no apoyo programas que no sean de educación formal”, o “cómo voy a contratar a alguien que tenga solo educación pública escolar para trabajar en mi empresa”. Te encuentras algunas barreras de este estilo en sectores conservadores. Ha habido un proceso de convencimiento y de demostrar que las chicas que pasan por Laboratoria son muy talentosas, muy capaces y que van a ser las futuras líderes de esta industria.

Hay que tener en cuenta que el código es algo muy poderoso porque aparentemente es muy complejo y en un tiempo relativamente corto aprenden a dominarlo. Además, es algo que muy poca gente sabe, así que ser mujeres en tecnología las empodera un montón.

UK@W:¿Cuál es su modelo de negocio y qué ha cambiado o cambiaría a medio o largo plazo?

Es algo que evoluciona constantemente porque, de hecho, estamos en proceso de descifrarlo. Tenemos varias cosas: para el programa educativo tenemos un modelo de repago, es decir, una vez que las alumnas empiezan a trabajar, comienzan a pagar la formación de manera retroactiva a través de un porcentaje (del 10%) de su salario por un periodo de unos 3 años hasta que pagan el costo total del programa y así contribuyen a la formación de alguien más. Eso está amarrado a un programa de mentorías, en que las egresadas se vuelven mentoras de las alumnas. Esta parte será muy significativa en el futuro, pero el problema es que no funciona a la perfección porque no el 100% de alumnas consigue empleo. Ahora mismo el ratio de inserción laboral es del 65%. Hay un costo educativo que todavía no cubrimos con el repago. Por otro lado, también cobramos de las empresas: al tercer mes de contratación, si la empresa está contenta y quiere continuar la relación laboral, le hacemos un cobro tipo headhunter fee.

El año pasado hicimos un cambio importante en el branding. Ayu, la agencia que fundamos al llegar a Lima, ahora es Laboratoria servicios. Sigue siendo una agencia de desarrollo web y de software para clientes cuyos beneficios regresan a financiar el programa educativo (Laboratoria educación). Este año probaremos algo que hemos aprendido del sector educativo: el lanzamiento de una serie de cursos blended [virtual y presencial] que tengan un buen componente online, por tanto, una parte de workshops ya pagados, desde recursos similares a lo que las chicas aprenden de manera gratuita hasta lo que hemos aprendido lidiando con clientes de cómo crear un producto digital, etc. Será un servicio de pago dirigido a empresas que luego abriremos al público en general.

Nuestras ventas fueron de 400.000 dólares en Perú, pero no llegamos a cubrir nuestros costos. A medio plazo, queremos llegar a ser autosostenibles y ojalá también rentables.

UK@W: Según un informe reciente del Banco Mundial, las mujeres representan 2/3 de los 20 millones de ninis, —jóvenes de 18 a 25 años que ni estudian ni trabajan—en América Latina. Dado el problema, ¿Laboratoria es un modelo exportable a otros países de la región?

Esa es la idea. Este año abrimos un centro en Arequipa (Perú), y nos asociamos con dos amigas de la maestría para llevar Laboratoria a Chile y México. Ahora estamos definiendo cómo seguiremos escalando. Los programas piloto concluyeron en diciembre en ambos países con muy buenos resultados y demostraron que vale la pena seguir allí. Estamos a punto de contratar una consultoría como parte de un proyecto con el BID (Banco Interamericano de Desarrollo) para definir bien cuál será nuestro modelo de escala. Un camino sería hacerlo de manera directa, pero tenemos que contar con los recursos; otro camino es el modelo de franquicias; y otro es tener algo más open source y poner nuestro material a disposición de otras organizaciones que quieran hacer cosas parecidas. Este es el año en que lo definiremos bien.

UK@W:¿Cuál ha sido el mayor desafío de liderazgo con que se ha encontrado en Laboratoria y cómo lo ha resuelto?

Ha sido un aprendizaje enorme convertirme en emprendedora social, es lo más difícil que hice hasta ahora porque trae consigo una serie de retos: no solo tratar de armar un equipo funcional y comprometido y que lo dé todo para que este proyecto salga adelante, también armar un modelo de negocios que tenga sentido, una empresa que sea funcional y a la vez perseguir una meta de impacto social muy alta. Laboratoria es un movimiento que inspira a mucha gente y eso es lo que queremos que sea. He conseguido sacarlo adelante porque no lo he hecho sola. Tengo una relación buenísima con mis socios, hoy en día somos dos parejas detrás de la empresa. Yo y mi esposo, nuestro socio y su esposa, que dejó su trabajo en Procter & Gamble para unirse al proyecto. A veces te dicen que no hagas negocios con tu familia y tus amigos (risas), felizmente hasta ahora nos va muy bien.

*Crédito imágenes: Facebook Laboratoria

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