En una demostración, la IA de la empresa fue capaz de mantener una conversación fluida con un interlocutor humano, sin evidenciar su naturaleza artificial.
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Por Pablo G. Bejerano para Think Big. "Hola, ¿le puedo ayudar en algo?", contesta al teléfono la empleada de un salón de peluquería. Quien ha llamado también tiene un tono femenino, aunque parece como si el sonido tuviera cierto eco cuando habla. Tal vez se encuentre en un sitio con poca cobertura o en una habitación con especial resonancia.
"Hola, le llamo para reservar un corte de pelo de mujer para una cliente", dice la voz que ha llamado. Y, tras una escueta pausa, añade: "Estoy buscando algo para el 3 de mayo". La conversación prosigue con normalidad. La empleada de la peluquería consulta la agenda, le pregunta por la hora, su interlocutora responde y ambas voces fijan la hora tras una serie de preguntas y respuestas.
Esta conversación se hizo pública en la pasada Google I/O, la conferencia de desarrolladores de Google. Y el motivo de que se reprodujera es su peculiaridad. La peluquera no hablaba con una persona sino con un robot. El interlocutor con eco, aunque con voz femenina, era la nueva inteligencia artificial de la compañía, llamada Google Duplex. Entre las novedades que incluye el nuevo software está el poder hacer llamadas.
Son llamadas sencillas, como esta: pedir cita en la peluquería. Es un trámite que se podría hacer a través de Internet, si el establecimiento contara con una página web con agenda virtual. En ese caso, el asistente podría navegar a través del sistema y programar la cita. Pero pocos pequeños comercios cuentan con facilidades así.
Para muchas cosas aún hay que llamar por teléfono. No son llamadas complejas, pero implica dejar todo lo que estás haciendo y ponerte al teléfono. Lo que propuso Sundar Pichai, CEO de Google, es que la IA de Google se ocupe de estas tareas. El asistente digital realizaría estas llamadas en segundo plano, mientras el usuario puede seguir con sus tareas o darle otro uso a su móvil.
Pero la llamada de la IA de Google a la peluquería se puede observar desde otro punto de vista. Si al colgar el teléfono, la peluquera no volvió a pensar más en esa llamada, no pensó que había nada raro, puede que el asistente personal haya superado el test de Turing.
Saber cuándo una máquina no es una persona
El famoso test de Turing, que el matemático británico propuso en 1950, tiene un objetivo claro. Se trata de diferenciar a un humano de una máquina. La prueba consiste en que dos interlocutores, un humano y una máquina hablan entre sí, con una persona escuchando. Esta puede hacer cualquier pregunta a cualquiera de los dos, y ambos tienen que convencerla de que son humanos.
Si el interlocutor que está en medio de la conversación no logra distinguir al humano de la máquina, prueba superada. Según el test, el ordenador es verdaderamente inteligente.
Sin embargo, de forma habitual se ha conceptuado el test de Turing como una prueba conversacional. Si en una conversación cualquiera un interlocutor humano no se da cuenta de que habla con un robot, este habría superado el test.
*Crédito imagen: Maurizio Pesce
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