Los cambios provocados por los avances en la robótica y la IA llama a la humanidad a replantearse las relaciones laborales.
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Por Borja García Jaime y Martín-Peñasco. Disturbios ante la precaria situación laboral y social originada tras la automatización de los procesos de producción, trabajadores en desventaja a la hora de competir y el latente desempleo. Estos ecos pesimistas del ludismo de 1800 asaltan la mente de un gran número de personas hoy en día.
Según un reciente estudio del MIT, la pérdida de empleos causada por la robótica y la inteligencia artificial tendrá un impacto mucho mayor en las ciudades más pequeñas. Según diferentes estudios, este proceso se llevará a cabo en tres grandes oleadas. En la primera fase, hasta principios de 2020, se automatizarán las labores más sencillas y el análisis estructurado de los datos. En la segunda fase, hasta mediados de los veinte, se ampliará el intercambio de información y el análisis desestructurado. Por último, la tercera fase, a partir de 2030, aplicará la automatización de destrezas manuales y la resolución de situaciones y problemas en tiempo real.
Por tanto, un 34% de los puestos de trabajo estarán en peligro a partir de 2030, especialmente en zonas poco pobladas. Con lo cual la mayoría de desempleados deberán huir a megaciudades para sobrevivir. Sin embargo, estas se enfrentarán a otro grave problema: el espacio.
Superpoblación en grandes ciudades
Para solventar este dilema ya se plantean soluciones como las estructuras urbanísticas de Chongqing. Pero, a pesar de ello, se prevé que la contaminación aumente, que empeoren los servicios, y se disparen las desigualdades económicas y sociales.
Será necesario por tanto hacer uso de la tecnología y de los datos para combatir, principalmente, los problemas de movilidad y vivienda. Carlos Carrasco, investigador del IESE Business School, ha asegurado al respecto que “para solucionar estos conflictos hay que organizar mejor las ciudades, y eso ahora es más fácil gracias a toda la información existente”. La urbanista Mikele Brack, por su parte, ha añadido que “las grandes ciudades necesitan utilizar sus datos cada vez más para comprender el impacto del crecimiento de las poblaciones, adaptarse y predecir los problemas”.
A su vez, la contaminación podrá reducirse gracias a los vehículos autónomos, que rebajarán la necesidad de tener en propiedad automóviles privados, y los inconvenientes a la hora de gestionar el estacionamiento.
Además, se planteará otra manera de impedir la desaparición de núcleos de poblaciones pequeños mediante la creación de polos de inversión en los que las pequeñas ciudades se unan y creen un ecosistema donde se desarrollen modelos específicos de negocio. El caso más práctico es el de Research Triangle Park, en Carolina del Norte, donde tres ciudades se han especializado en biomedicina y han realizado convenios con universidades y empresas para crear una especie de centro industrial.
Empleos en peligro de extinción
Los empleos en ciudades de menor tamaño tendrán un mayor riesgo de ser sustituidos por máquinas, provocando éxodo rural. De esta manera, la economía diversificada impulsará nuevos puestos de trabajo en núcleos pequeños. ¿Por qué afectará especialmente a las zonas pequeñas o rurales? La respuesta es sencilla: las tareas de servicios, labores mecánicas, fábricas y agricultura podrán ser automatizadas de una manera más ágil y sencilla. En contrapartida los matemáticos, químicos, científicos de datos y desarrolladores de software podrán respirar tranquilos, así como los trabajos que requieran de un proceso creativo.
El machine learning en pleno auge, el big data y el cloud computing ya integrados en las grandes corporaciones hace peligrar el sistema tal y como lo conocemos. De acuerdo con estadísticas realizadas por el profesor del MIT, Daron Acemoglu, por cada robot introducido en una economía local se reduciría el empleo de 6,2 trabajadores. Además, los robots serían responsables de que los salarios cayeran entre un 0,25% y un 0,5%, y estarían ocasionando la pérdida de entre 360.000 y 670.000 empleos a nivel global.
Un futuro prometedor
En resumen, la inteligencia artificial y la automatización supondrán en 2030 en torno al 14% del PIB mundial. PwC considera que los viejos empleos serán sustituidos por otros nuevos, y que, a largo plazo, acabarán teniendo un efecto positivo para la actividad económica en su conjunto.
El debate sobre un posible impuesto a los robots repuntó con fuerza cuando el fundador de Microsoft, Bill Gates, explicaba en una entrevista que “si un robot viene a hacer lo mismo que un humano, se podría pensar en que pueda tributar a un nivel similar”. El enfoque de la Comisión Europea parece evidente: aprobar una resolución que estudie la posibilidad de regular la ética y funcionamiento de los robots en un futuro.
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