La preocupación medioambiental llegó a las empresas de TI. Pese a que la basura electrónica (e-waste) crece cada año, las iniciativas por recuperarla no se quedan atrás.
No fue sino desde finales del siglo pasado que el cuidado y la preocupación por el medioambiente comenzó a tomar fuerzas de manera transversal. Empresas, gobiernos, organizaciones y personas. han comenzado a adoptar prácticas que contribuyen a ser mucho más eco-amigables. Claro está, muchas veces conscientes de que esto les otorga una etiqueta que le da valor a su imagen pública.
Sin embargo, y pese a las modas y las tendencias, las mismas empresas de tecnología han convenido ser parte de esta toma de conciencia, a sabiendas de que muchos de sus productos no son directamente detractores del medioambiente, pero sí sus componentes que cuando están en desuso conforman la gran montaña de basura tecnológica que amenaza a las generaciones futuras.
Según un artículo de Veo Verde, hacia el año 2030 se requerirá un 60% más de consumo energético que el actual, y esto es en gran medida por el crecimiento de la población. A este dato tendríamos que agregarle además el desarrollo en crecida de productos electrónicos que además de presentar una evolución tecnológica generan dos fuentes negativas: por un lado mayor basura electrónica, y por otro, más productos consumiendo energía.
¿Cómo contamina la tecnología?
Varias son las medidas que se pueden tomar para evitar la contaminación tecnológica y el abusivo uso energético, aunque en principio podríamos señalar dos importantes opciones: consumir menos energía y evitar los productos con contenido tóxico. Algo difícil de hacer de forma certera porque casi ningún dispositivo alerta al usuario si contiene un elemento contaminante como plomo, mercurio, cadmio o bario.
Lamentablemente, la mayoría de los equipos tecnológicos que usamos hoy día cuentan con estos elementos tóxicos, y aunque el envase del producto sea verde y lo entreguen con una planta regada, el plomo seguirá siendo plomo.
Sabemos entonces que los residuos electrónicos y el consumo de energía asoman como dos grandes golpes contra el ecosistema; sin embargo, hasta el aire que emanan las nuevas tecnologías pueden ser nocivas.
Según Gartner, las emisiones de CO2 de las TI es igual a la que puede producir la industria aeronáutica; de ese porcentaje, el 35% es responsabilidad de las antenas para servicios móviles y televisivos. Otro 65% lo emiten los centros de datos y los dispositivos móviles.
Sí, aunque suene raro, al enviar un correo estamos emitiendo CO2, por eso Gartner afirma que “el 10% de los envíos de correos en una empresa de 100 trabajadores supone una emisión de una tonelada de CO2 al año. Una simple búsqueda en el buscador genera unos siete gramos de dióxido de carbono, hervir una tetera produce unos quince gramos”.
Por esta razón, las Green IT tienen una gran responsabilidad al declararse como tales y no sólo pueden llevar la etiqueta verde que vende, ya que se comprometen a reducir el consumo energético, emitir menos CO2 e incorporar energías renovables, como la eólica o solar, para la fabricación de los productos.
Empresas y emprendimientos verdes
Denominarse como una empresa verde no es lo mismo que llevar adelante emprendimientos verdes, una cosa es el inicio de un proceso que, de hacerlo global, concluye en la declaración de una compañía Green It. En este camino, Microsoft, es una de las firmas que más propuestas sustentables lleva adelante: En el 2007 dio nacimiento a System Center Configuration Manager con el que administra la energía de 165 mil computadoras de escritorio y portátiles en edificios inteligentes logrando un ahorro del 27%. Además de implementar Office 365 con el que se ofrece una versión de una suite de oficina en la nube.
El cloud computing es indudablemente una gran solución que reduce el tiempo de uso de los dispositivos, almacenando y manipulando la información suministrada por un servidor contenedor de los datos. De esta modalidad echaron mano Google, con los centros de datos Google Green que reducen en un 50% la energía antes utilizada, o Telmex que ofrece espacio en la nube con soporte técnico incluido, o IBM que desarrolla soluciones para data warehousing con plataformas pre instaladas.
Y en América Latina...
Una de las compañías que está liderando la recuperación de la basura electrónica en nuestro continente es Ericsson. La multinacional cuenta con un programa global que hasta el momento ha logrado implementar satisfactoriamente en América Latina y que durante lo que va del 2016 ya se tradujo en la recuperación de 1.200 toneladas de equipamientos tecnológicos en desuso.
El Programa Mundial de Gestión Ecológica y Recuperación de Productos de Ericsson busca reducir al mínimo las potenciales consecuencias para el medio ambiente relacionadas con la eliminación de equipos electrónicos dados de baja. El equipamiento incluye hardware, baterías, cables y demás componentes de infraestructura de telecomunicaciones.
En 2014, Latinoamérica produjo el 9% de la basura electrónica (e-waste) del mundo, el equivalente de 3.900 kilotoneladas2 (kt), según el último informe de GSMA y el Instituto de la Universidad de las Naciones Unidas para el Estudio Avanzado de la Sostenibilidad (UNU-IAS).
Además, durante los próximos cuatro años, la basura electrónica generada en América Latina crecerá entre 5% y 7% anualmente, prediciendo que habrá casi 4.800 kilotoneladas de e-waste para el año 2018.
Ante este panorama, volviendo al programa de Ericsson que busca combatir esta situación, encontramos los países en nuestra región que han aportado en mayor medida a las 1.200 toneladas de material recuperado durante 2016. Allí destacan: México con 387 toneladas, Chile con 280, Panamá y Costa Rica con 120 y Argentina con 76 toneladas.
A nivel global el año 2015 se recuperaron 15.590 toneladas de e-waste, así como 856 toneladas de pilas.
El proceso del programa contempla que los productos, clasificados como “desechos”, son retirados de las bodegas de nuestros clientes y después transportados hacia socios de reciclaje aprobados por Ericsson y certificados de acuerdo a normas ambientales y de reciclaje reconocidas internacionalmente, ubicados en Europa y los Estados Unidos. Allí comenzará el proceso de clasificación y desmantelamiento, y luego se enviará los equipamientos a las principales instalaciones de reciclaje, donde termina el proceso.
* Con información de Agencia Donweb.
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