Patricio Northland, Director General de Eutelsat Américas, reveló cuáles son las proyecciones para esta industria en la región y qué países van marcando la pauta.
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Según cifras del Congreso Latinoamericano de Satélites de 2013, se prevé que para 2017 América Latina contará con un total de 98 satélites, 26 de ellos nuevos, sólo en el área de telecomunicaciones. ¿Se trata de un boom o salto tecnológico que seguirá potenciando las telecomunicaciones de la región?
Para conocer un poco más cómo funciona esta industria y tener más clara la posición y perspectivas de América Latina, conversamos con Patricio Northland, Director General de Eutelsat Américas, una de las compañías líderes en servicios satelitales, que con la reciente compra de Satmex ha potenciado su presencia en Latinoamérica.
Funcionamiento y servicios
Lo primero a considerar es el funcionamiento en cuanto a cómo llegan a operar los satélites y para quiénes. Northland explica que “Cualquier país puede gozar de servicios satelitales. Todos los satélites comerciales tienen que operarse a través de las posiciones orbitales que se adjudican a los países a través de las Naciones Unidas mediante la UIT (Unión Internacional de Telecomunicaciones)”. Luego de eso, los países que desarrollan sus posiciones orbitales las pueden concesionar a empresas privadas como Eutelsat, que pagan por ellas y así pueden operar satélites que están en las posiciones orbitales correspondientes a aquellos países. Para el caso de Eutelsat, hoy por hoy operan 37 satélites en el mundo, unos 6.000 canales de televisión y conectando a unas 280 millones de hogares.
Dentro de los servicios que brindan los satélites y que más trabaja esta compañía se encuentran la capacidad satelital y servicios de video como la más predominante (65%), los datos (15%), banda ancha (7%) y aplicaciones gubernamentales (13%). Sin embargo, la tecnología satelital evoluciona rápidamente y en esa línea, el representante de Eutelsat revela que hay una serie de nuevos satélites que permite ofrecer banda ancha e internet a precios muy económicos, llegando también a zonas remotas o de difícil acceso por la geografía. “En esa parte, yo diría que Latinoamérica está recién entrando en ese tipo de servicios y creo que va a ser una contribución enorme para dar internet a lugares que de otra manera sería carísimo”.
Pero, ¿qué países lideran en la región?
Patricio Northland cuenta: “Dentro del ámbito regional podría resaltar dos países que han avanzado en el negocio y la industria: Brasil y México, ambos han evolucionado y ya tienen varios satélites operando. Chile es un país que ha tenido algunas iniciativas pequeñas, pero es uno, como todo otro, que debería fomentar más la participación”.
Como contraparte a los tibios acercamientos de Chile, el directivo destaca lo hecho por Argentina. “Ahora Argentina ha tomado el liderazgo, y con orgullo como país latinoamericano, es quizás el único que ha comenzado a desarrollar su propio e integrar con tecnología europea su propio satélite en el mismo país. Es un ejemplo de que estas tecnologías son transferibles y hay un know how, no 100%, pero hay parte que se puede generar en el país y es algo que se puede desarrollar”, indicó Northland.
¿Son suficientes estos avances para considerarlos como modelos robustos de desarrollo? Lo cierto es que a Latinoamérica aún le falta mucho por avanzar, sobre todo al resto de los países que no han sido mencionados hasta ahora. Pero la situación no es fatal. “Creo que Latinoamérica está en una buena posición frente a lo que se llama mercados emergentes, digamos por ejemplo, algunas partes de Asia y África, yo diría buena o no atrasado. No estamos llevando la delantera pero es una posición buena”, aclara.
Oportunidades de crecimiento
Gran parte de las oportunidades e crecimiento y desarrollo de este sector, tanto en lo público como lo privado, pasa en gran parte por la apertura de los gobiernos hacia estos servicios. En ese sentido, pareciera que no existe aún una determinación por apostar fuerte en la región.
Por ejemplo, casos como el de Bolivia, que ha tenido gran resonancia con el lanzamiento y rentabilidad de las operaciones del Túpac Katari, esconden un gran pero. Según Northland, el caso de Bolivia, “parecido al de Venezuela ha sido iniciativa de la agencia china, que con su industria espacial ha promovido el hecho de prácticamente regalarle un satélite a Bolivia para que ellos puedan decir, tengo un satélite nacional, pero en realidad no hay una transferencia de know how,; cualquier país puede comprar un satélite y le pones tu nombre. Yo me refiero al caso por ejemplo de Argentina que ya está integrando y desarrollando con los grupos europeos, haciendo una parte allá y otra acá”.
Más allá de esto, desde la compañía indican que existen importantes oportunidades en el mercado regional, principalmente respaldadas por el crecimiento del HD y la llegada del Ultra HD, la demanda por banda ancha y entretenimiento en vuelo y los proyectos de conectividad universal gubernamental.
Con base en eso, Northland respalda que “en general, el crecimiento de comunicaciones vía satélite en la región latinoamericana es alto, cercano al 10% en general para aplicaciones de banda ancha e internet como de tv broadcasting”. Efectivamente, lla demanda en la región es grande y dificlmente se detendrá en los siguientes años.
Los riesgos de la industria y la deuda formativa y académica
Hace tan solo un par de meses nos enterábamos de un fallido intento del gobierno mexicano por lanzar un nuevo satélite. Se trató de un accidente en que el cohete ruso que llevaba a órbita al MexSat-1, más conocido como Centenario, explotó apenas a 500 segundos de su despegue. Este caso tan cercano, da cuenta de algo clave a entender en este negocio: el riesgo es alto. “Nuestro negocio depende mucho de la calidad y confiabilidad de los lanzadores, los cohetes que lanzan al espacio los satélites. Son pocas las empresas, lamentablemente, comercialmente son contados con los dedos de la mano las empresas a las cuales uno pueda acudir”, revela el directivo para la región de Eutelsat.
Como sostiene Northland, se calcula que el programa que desarrollaba el gobierno mexicano para este satélite significó pérdidas cercanas a los US$500 millones. ¿Una cifra terrible? Sí, pero hay una salida.
El ejecutivo nos explica que “Generalmente, los programas satelitales se aseguran por un consorcio de varias empresas aseguradoras. Los operadores, cuando lanzamos satélites, pagamos seguros de manera que si se llega a dar algo como el caso mexicano, el grupo de aseguradoras pagan el 100% del costo. Así, el costo industrial se recupera, sin embargo hay una pérdida enorme de negocio, porque un satélite, además de toda la complicación de que hay miles de ingenieros detrás de ellos, tarda de principio a fin unos tres años desde que se lanza y se opera, entonces hay una pérdida de oportunidad de negocio de unos tres años”.
¿Será este riesgo el que ha detenido en parte el avance latinoamericano? Puede llegar a ser uno de los tantos factores. Lo cierto es que por el momento no hay indicios de una base sólida en cuanto a instituciones que estén fomentando la formación de profesionales. “Hay muy pocas personas en Latinoamérica, muy pocos, más bien contados con los dedos de las manos, que entiende realmente la tecnología satelital. Hay ingenieros que entiende cómo operar las estaciones y los satélites, pero el know how de cómo hacer satélites está muy limitado, aunque no cerrado”. Claro está, el caso Argentino para Northland, vuelve a destacar como modelo para que el resto pueda replicar.
Finalmente, un aspecto para no olvidar es tener siempre presente la importancia de los servicios satelitales como parte integral de una infraestructura de telecomunicaciones de un país y una región. Es justo y necesario. En este sentido, Northland agrega además que una gran ventaja de esto es su economía de escala, imposible de replicar. Así, los operadores pueden radiar una señal con el mismo costo, ya sea a un punto o a cien miles o millones de puntos.
* Fotografías: Eutelsat
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