Por qué la metodología ágil sola no alcanza

Por en Diseño & Desarrollo

"Es fundamental que exista una arquitectura de desarrollo subyacente que soporte ese ciclo de vida, con procesos y herramientas técnicas adecuadas para acompañarlo. De lo contrario, se desperdicia una gran parte de las ventajas que las propias metodologías ágiles proponen".

*Por Juan Bello, Business Head LatAm de GlobalLogic

En el mundo del desarrollo de software, las metodologías ágiles apuntan a crear productos en períodos de tiempo cortos, con numerosas iteraciones, desarrollo de prototipos, pruebas dinámicas con los usuarios y mucha prueba y error. Este enfoque, en general, provee beneficios que van desde una mejora en la calidad -se minimizan los desvíos, que se van corrigiendo de manera dinámica con cada nueva versión- hasta un mejor aprovechamiento de los recursos y los presupuestos, pasando por una mayor velocidad entre que surge una idea y se la puede llevar a la práctica. En tiempos tan cambiantes como los que nos toca vivir, la agilidad aporta un valor agregado significativo.
 
Así, mientras Harvard Business Review asegura que el 60% de las compañías que adoptan algún modelo de agilidad logran incrementar sus ingresos y sus ganancias, la firma de investigación Standish Group determinó que la tasa de éxito de los proyectos con metodologías ágiles es 1,5 veces superior a la experimentada con los esquemas tradicionales.
 
Sin embargo, buena parte de los objetivos de estas metodologías ágiles, cuando se las aplica en la realidad, se concentran en agilizar las actividades meramente humanas del proceso de desarrollo: la identificación de las necesidades del usuario, el tiempo que transcurre hasta que esa tarea se transforma en diseño, los tiempos de construcción -que son breves para minimizar las divergencias entre el software creado y la experiencia esperada- y un ajuste de la planificación frecuente.
 
Esto no alcanza: es fundamental que exista una arquitectura de desarrollo subyacente que soporte ese ciclo de vida, con procesos y herramientas técnicas adecuadas para acompañarlo. De lo contrario, se desperdicia una gran parte de las ventajas que las propias metodologías ágiles proponen. Ya en 2017, Vitality Chicago, una consultora de agilidad que interactúa con una comunidad de más de 12.000 especialistas en el tema, diferenció “adopción de agilidad” -trabajar en un proceso de forma consistente con los principios de la agilidad- de “transformación hacia la agilidad” -transformar la cultura y la naturaleza de la organización en ágiles-.
 
Es que de nada sirve una estrategia “teórica” según la cual el equipo tiene trazado como meta la entrega de una nueva funcionalidad diaria, con múltiples squads (grupos autónomos, multifuncionales, autoorganizados y de máximo de ocho personas) o células de trabajo actuando en paralelo, si no se cuenta con las herramientas necesarias para materializar todo esto en el pipeline de desarrollo: la integración del código fuente, la consistencia, la ejecución de pruebas, la revisión de dependencias con otras piezas de software, las validaciones formales de calidad, el despliegue en los diferentes ambientes…
 
Todo eso debe correrse a diario para dar sentido a la estrategia. Para esto, es necesario contar con la tecnología, los procesos y las soluciones que conjuntamente hacen a la arquitectura de desarrollo y sin los cuales la promesa de agilidad -real- podría quedar diluida en problemas técnicos o cuellos de botella.
 
Cuando una empresa tiene en mente lanzar un producto digital, necesita contar con un equipo de desarrolladores, con líderes y con scrum masters especializados en metodologías ágiles. Son todas condiciones necesarias, pero no suficientes: aún considerando todos los rituales de la agilidad y respetándolos a ultranza, si no tenemos por debajo herramientas que habiliten la parte técnica y estén alineadas con cada precepto de la agilidad, el potencial de ventaja que ofrecen estas metodologías quedará trunco. Del mismo modo en que las herramientas por sí solas no serían capaces de resolver el problema.
 
En tiempos inciertos y de cambios vertiginosos, la palabra “agilidad” es un canto de sirena que se vuelve irresistible para los líderes. Tal como recomienda la leyenda relacionada con estos seres mitológicos, es importante no dejarse seducir y construir una estrategia real, con toda la infraestructura que dé soporte a las metodologías, para seguir a flote en medio de la era digital.

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