Instagram: no publiques nada que no quieras ver expuesto en un museo

Por en Internet & Social

¿Conoces el caso de Richard Prince? Quizás deberías revisarlo antes de poner "acepto" en los términos y reglas de servicio de esta red de fotos.

Tus fotos de Instagram de cenas destacadas, las esperadas vacaciones, los retratos de amigos y familiares... no son tuyas. Y no sólo porque están alojadas en la aplicación, sino porque pueden ser utilizadas por cualquier persona sin pedirte permiso.

¿No me crees? Solamente es necesario ver el reciente caso del pintor y fotógrafo Richard Prince. Este artista presentó hace solamente unas semanas una exposición llamada "Nuevos retratos" en la feria de arte Frieze, en Nueva York. Una muestra que en vez de utilizar sus propias imágenes tuvo como centro las fotografías de decenas de otras personas precisamente alojadas en la red social de fotos.

Obviamente esto puede sonar como algo ilegal, sin embargo, esta muestra de arte se ampara en la flexibilidad de leyes de derecho de autor de Instagram, que no sólo permite usar tus fotografías con fines publicitarios si lo estima conveniente, sino que además le permite compartir e incluso vender estas imágenes a cualquiera que las vea.

Este reglamento permitió que Prince pudiera exponer capturas gigantes de cuentas de Instagram de otras personas, incluyendo fotos de organizaciones como Suicide Girls, sin advertirles ni pedirles permiso previamente. Y no sólo eso, sino que además cobrar por cada una de estas capturas de 1,80 metros de altura, más de US$90.000.

¿Es esto legal? Lamentablemente sí, a pesar de que pueda parecer una práctica sumamente poco ética. Antes de Instagram, Prince ya era conocido por "re-fotografiar" imágenes, en la mayoría de las veces, con resultados que se ven casi idénticos a las originales.

Esto nos lleva a preguntarnos: ¿es un problema del artista o de las plataformas que permiten este uso indiscriminado de nuestras fotos? Teniendo en cuenta que Instagram ya es utilizado por cerca de la mitad de los latinoamericanos, queda en absoluta incógnita cuántos están de acuerdo con esta situación o si seguirán utilizando este sistema de saber esta posibilidad.

Una preocupación que obviamente puede alcanzar la gravedad en el caso de fotos privadas o familiares fallecidos, pero que también podría involucrar las imágenes de artistas independientes que esta misma plataforma pensó en atraer en su minuto.

No obstante, a pesar de que la culpa puede ser de la plataforma por su flexibilidad de leyes, quienes han permitido toda esta situación somos precisamente nosotros, los usuarios. Tanto Instagram, como otros servicios en línea, tienen derechos con nuestra información más allá de lo que pensamos y nos gusta. Y lo peor para nosotros, es que todas estas prácticas están claramente detalladas en los términos de uso y servicio de las plataformas. Al saltarnos esos eternos reglamentos dentro de la red, muchas veces nos saltamos también la protección de nuestra información y de nuestros contenidos. Algo muy recurrente, especialmente con la proliferación de aplicaciones gratuitas.

¿No te gusta lo que hizo Prince? No lo permitas. No tientes a otros Prince. El primer paso, es no aceptar servicios que no te protegen como usuario, no sólo al mostrar publicidad invasiva, sino por dejar que ocurra un escenario como éste: que otros puedan vender tus fotos por millones de dólares, sin darte un peso y sin tu permiso.

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