La actual etapa de reacción y adaptación que están viviendo las compañías con las nuevas tecnologías no es algo nuevo, se debe a un proceso que se viene forjando hace años.
*Por Wagner Bernardes, Director de Ventas de Argentina y Chile en Orange Business Services
En un contexto donde la economía mundial pasa por situaciones que demandan adaptación y en el que el precio de los commodities llegó a su nivel histórico más bajo, América Latina ha comenzado a enfrentar los efectos de esta realidad internacional. La inversión extranjera en la región ha disminuido 14 por ciento -según la Conferencia sobre Comercio y Desarrollo de las Naciones Unidas-, desafiando a las industrias a innovar y re-emprender.
Para Chile el desafío en innovación no es diferente, y la tecnología para la empresa puede ayudar mucho en esta materia. Por ejemplo, de acuerdo a la Oficina de Patentes y Marcas de Estados Unidos, Chile registró la inscripción de 64 nuevas invenciones en 2014. Si bien esta cifra duplica las patentes inscritas en los últimos cinco años, aún existe una oportunidad enorme que aprovechar, pues puede apuntar a lograr lo que economías emergentes, como la India, han hecho: triplicar sus números durante el mismo período.
Las organizaciones ya entendieron que el desarrollo tecnológico es una de las principales herramientas para innovar y crear, combinando distintas disciplinas e integrando conocimientos para así apoyar servicios transformadores. En consecuencia, han comprendido la aparición de la Tercera Plataforma –paradigma basado en Cloud Computing, Big Data, Movilidad y Social Business- y la evolución hacia la aplicación de tendencias como Internet de las Cosas, Mobile First, Machine to Machine y la llamada consumerización.
Por otro lado, están entendiendo el ahorro de costos y valor agregado que les puede entregar soluciones TI como las comunicaciones unificadas, el escaneo de redes y la colaboración en base a diferentes tipos de cloud.
En el sentido tecnológico, esta etapa de reacción y adaptación debe ser entendida como una evolución y no como revolución. Esto porque las organizaciones deben ser capaces de comprender el verdadero significado de este cambio y cómo el aporte de las tecnologías de la información se ha desarrollado. IDC espera que para 2020 las empresas inviertan más del 44 por ciento de su presupuesto de TI en la Tercera Plataforma, y la inversión en soluciones basadas en la nube aumentará 60 por ciento durante 2015 en Chile. Este escenario es parte de una evolución que se viene forjando hace años.
Esta evolución debe avanzar junto a la implementación de proyectos que impulsen el desarrollo, afronten nuevos panoramas económicos e incrementen las funcionalidades de las compañías en sus mercados clave.
Alguno de los mercados en Chile que están avanzando en el desarrollo TI hacia la mejora de su “core” de negocio son la minería, acuicultura, retail, las telcos, banca y transporte. Chile tiene todas las oportunidades y capacidades para que sus empresas crezcan en este: capital humano innovador, economía estable, apertura hacia mercados internacionales, entre tantos otros factores. Pero necesitamos entender que esta evolución tecnológica necesita de consciencia a nivel nacional, políticas públicas, incentivos al sector corporativo, conocimiento en los sectores privados, y de atreverse a pensar en invertir para los servicios y productos del futuro.
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