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![]() Héctor Cancino Editor AETecno Trump, K-pop y la irrupción del soft hacktivismo BTS, Blackpink o K-pop son dos conceptos que seguramente han estado en algún momento en los trending topics del país donde usted nos lee. Probablemente han pasado desapercibidos y en algunos casos, hasta menospreciados, por ciertos usuarios. Sin embargo, una de las noticias que generaron mayor interés a nivel mundial, tanto por su componente anecdótico como por su relevancia concreta, el boicot que sufrió Donald Trump en un evento de campaña, está directamente relacionado con estos perfectos “desconocidos”. El mandatario estadounidense se jactaba de que contaría con una arena al total de su capacidad, casi 20 mil personas, en su mitin en Tulsa, Oklahoma. En total, cerca de un millón de asistentes con confirmación apoyarían al también candidato, para lo cual se preparó todo un operativo en las cercanías del recinto. Sin embargo, lo que no sabía Trump ni su equipo de campaña era que el masivo ejército de seguidores de bandas musicales como las dos citadas al principio, agrupadas en el fenómeno del K-pop (pop coreano), estaban detrás de esas confirmaciones, coordinados por redes sociales como TikTok, para apropiarse de las entradas al evento, pero sin asistir. El resultado: galerías vacías y una sensación generalizada de ridículo internacional. Anteriormente hemos hablado del hacktivismo. Un artículo de nuestra revista se centró precisamente en las iniciativas que proclaman “la revolución” desde el ámbito digital. Este fenómeno se basa principalmente en aquellos movimientos que por medio de ciberataques y otras herramientas técnicas pretenden reivindicar una posición o causa en particular. Así, se diferencia de los ataques tradicionales donde el motivador principal es el dinero. El hacktivismo ha estado presente en revoluciones políticas y sociales durante la última década y aunque se ha reducido en los últimos años, recientemente ha tenido un nuevo crecimiento asociado a movimientos sociales, con ataques organizados a entidades gubernamentales, partidos políticos de todos los sectores y personas de interés. Ahora bien, más allá de que las atribuciones y motivaciones de los fanáticos del k-pop no estén del todo claras o directamente relacionadas al episodio con Trump, podemos estar en presencia de uno de los eventos que seguramente citaremos de aquí a futuro como uno de los referentes del soft hacktivismo, un fenómeno que puede llegar a generar un impacto tan importante como el de los hackers, pero con armas más “suaves o livianas”, que no requieren de un gran despliegue técnico o tecnológico y que están al alcance de todos. Según un reporte reciente de Hootsuite y We Are Social, los usuarios activos de redes sociales en el mundo alcanzan los 3.800 millones. Y es precisamente allí donde reside el campo de acción de esta tendencia, donde la figuración y reputación de una institución, marca o persona está en juego y puede cambiar de un momento a otro. Como comentó una académica que estudia la cultura de los seguidores del k-pop en un artículo del NYT: “Lo que es realmente importante de todo esto es que gente joven está viendo el poder político que tienen, están mostrando su fuerza y lo están disfrutando”. “¿Y sabes qué van a hacer ahora?” Van a votar… se están sintiendo empoderados”, agregó. Por supuesto, ahora la pregunta se extiende a nuestras tierras. ¿Veremos la proliferación de casos similares sobre este fenómeno en América Latina? Bienvenidos sus comentarios y el intercambio de ideas.
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